jueves, diciembre 07, 2006

ESTOY ENAMORADO DE MI PAÍS: LOS POETAS



Movimiento Hora Zero. Lima, setiembre 2006. XIII Plenario del V Congreso


EL PALERMO:


Y EL ASERRÍN ILUSTRADO

El bar es el templo de las melancolías, esa prostituta del recuerdo. Las ciudades sólo tienen alma si es que poseen bares. Ahí se halla su registro de ternuras y su canon de pasiones. Los limeños a partir de los cincuenta, casi todos, fueron pasajeros en algún momento de su vida de El Palermo, de La Colmena Izquierda en su cuadra once, fue aquella vicaría de la bohemia y el contrapunto intelectual, entre el aserrín y la noche interminable. El café bar entrañable donde los hombres y las botellas, fundaron la apasionada manera de vivir para la ilusión, los sueños y las utopías de la existencia perpetúa. De esto y de la travesía del Movimiento Hora Zero trata la crónica.














Escribe ELOY JÁUREGUI

i.m.  Eduardo Aguirre "Bola"


1. 
Lima entonces, era una ciudad que amanecía sus convulsos y digestivos años cincuentas. En aquel tiempo, la avenida Nicolás de Piérola, en el centro de la urbe y conocida por los lugareños como La Colmena ─antes que Camilo José Cela habitara en su propia colmena─, era un acrisolado bulevar donde la modernidad y la elegancia caminaban de la mano en medio de una arquitectura que se construya ante la imperiosa necesidad de establecer una urbe cosmopolita. En aquel entonces, Lima consolidaba una identidad urbanística única. Y sus gentes eran esos limeños que se paseaban por esa Colmena Izquierda ─llamada así desde la Plaza San Martín hacia los rumbos del Este─, pasmándose cada día con los nuevos establecimientos de luminosos escaparates, los flamantes restaurantes de neón, sus estrenados cafés de espejos centelleantes y todos sus rostros y todos sus personajes y todos sus sonidos.


Poeta Enrique Verástegui



Al llegar al Parque Universitario ─frente a la antigua casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que le había otorgado ese título─ estaba situado un edificio de seis pisos de rasgos adustos. Era el hotel Colmena en la mismísima; hospedaje obligado para los inéditos limeños de nuevo cuño, habitantes precisos del estrenado tiempo de la creciente capital peruana. En las amplias tiendas del primer piso del hotel y gozando de cierto prestigio ya, el Café y heladería Palermo era parada necesaria para hacerse de una legalidad y prez ─-exigencia propia que la quisquillosa Lima solicitaba a sus coterráneos-─, amén de un momento de contrapunto social y unos cremosos helados, más para el espíritu que para el propio cuerpo.




Los inmigrantes italianos que llegaron al Perú desde el siglo pasado y masivamente después de la Segunda Guerra Mundial, se distinguieron en Lima por establecer sus comercios con aquellas esencias de su fibra peninsular: las pastas y facturas, las helados escrupulosamente batidos y por cierto, sus panes y pasteles generosos. La familia Cocchella era de la zona norte de la península italiana, gente trabajadora pero ocasional. El padre de los Cocchellas había llevado con esmero el negocio del Palermo y el hotel, pero sus intereses mayores estaban puestos en la industria metálica. En el verano de 1950, el respetable señor Cocchella, agotado de tiempo, coloca muy a su pesar un aviso en la vitrina principal de la cafetería: Traspaso tienda, precio moderado. Y esa ya es otra historia.


Tulio Mora leyéndo un poema de su último libro: Simulación de la máscara


2. 
Shinjo Kuniyoshi y su esposa Matsu Arashiro, después de observar con sosegada calma sus primeras 24 horas que pasaron en Lima aquel año de 1929 y luego de la travesía inenarrable de 58 días que los trajo desde Okinawa en el Japón, tomaron la decisión más trascendental de sus vidas: aquí nos quedamos, se dijeron y los dos agregaron sólo con el pensamiento y la mirada en ese mismo instante: hasta que la muerte nos separe. Dos hijos habían quedado en Okinawa, dos hijos que luego murieron en la gran guerra y que nunca volvieron a ver a sus padres porque don Santiago había prometido, al cabo de cinco años, regresar en mejor posición económica. Y desde ese mismo día en el Perú, el joven señor Shinjo pasó a llamarse Santiago y la joven señora Matsu tomó por nombre el de Margarita, ambos flamantes vecinos de las rumorosas y festivas calles porteñas del Callao.


Sérvulo Gutiérrez cuando no pintaba

Antes, muchos años antes, otras familias okinawenses se habían establecido no solamente en Lima sino a lo largo del valle del Alto Rímac al centro, en las valles de Chancay al norte y Cañete al sur. Casi todos, trabajaban en las duras y fatigosas faenas campesinas. Los que se quedaron a vivir en la capital, al principio como pequeños comerciantes ambulantes y ayudantes, se repartieron con familias y amigos, en los barrios del Cercado, La Victoria, Breña, Rímac y los Barrios Altos. Pero para ese entonces, los años cuarentas, ya se habían hecho de pequeños negocios, básicamente la conducción de reducidas bodegas, peluquerías, bares y cafés.


Poetas Miguel Burga y Jorge Pimentel.

Los Kuniyoshi no tardaron en fundar una encomendaría, especie de breve almacén, en la industrial y transitada Plaza Unión a donde se habían mudado con el fruto de sus primeras ganancias. Para Santiago Kuniyoshi, luego de los ingratos sucesos de 1940─1945 y que los afecto de sobre manera, la tienda no le fue ajena. Muchos de sus paisanos, convertidos en expertos comerciantes y luego de administrar el reconocimiento general por sus sacrificios, esfuerzos y superaciones propias, no dejaron de apoyar a la emprendedora familia Kuniyoshi que ya para esto había ido creciendo, también generosamente, con el nacimiento de diez hijos.


Poeta Martín Adán, ciudadano de El Palermo


3.

En El Palermo, don Santiago Kuniyoshi inicia el conocimiento de otro tipo de clientes. Todos llegaban a sus mesas de riguroso traje, cargados de libros y papeles, atados a conversaciones exaltadas e interminables que al principio él no comprendía. Pero don Santiago tenia otra facultad a parte de su palmaria tenacidad, le gustaba escuchar y mirar a los ojos. Así, cayó en cuenta que estaba al frente de una clientela clasificada. Cierto, su establecimiento se ubicaba frente a la universidad de San Marcos, la más prestigiosa y antigua de América. Cierto, estas personas eran distintas a aquella que lo frecuentaron en la encomendaría de la Plaza Unión. Cierto, era muy cierto entonces que había que tener otra aptitud y otro trato porque don Santiago estaba de acuerdo con esa máxima que aprendió muy bien y que decía que el cliente siempre tiene la razón.

El aprendizaje fue su acto mayor. Entonces de un tiempo para adelante, al regresar a su casa de la avenida Brasil, su esposa y sus hijos, observaban a don Santiago leyendo profundamente extraños libros, enigmáticas revistas, indescifrables documentos que el cuidaba que extrema reserva. Eran las publicaciones que sus nuevos amigos, aquellos que habitaban el universo de sus dominios, le prestaban u obsequiaban luego de sesudas y grandilocuentes explicaciones. Don Santiago no tardaría en cambiar. Asía se hizo más reflexivo. Si antes pasaba como un tipo silencioso y de palabras exactas, ahora parecía más bien un monje tibetano, confundido como un cliente más en una de los apartados, tratando de explicar el mundo a sus nuevos amigos que el llamaba “los pensadores”. Entonces, uno de sus hijos, el que más lo seguía, que también se llamaba Santiago y que ya asumía las responsabilidades que exigía el enorme Palermo, descubrí el origen de aquel cambio. El señor Kuniyoshi, había descubierto el casi inexpugnable universo de una buena parte de la intelectualidad peruana. Y ahora, el joven Santiago, había comenzado a seguir los atrevidos pasos de su padre.


El bar, cumbre de las pasiones líquidas

El Palermo era un establecimiento amplio, el más grande que se recuerde en la zona. La atención era esmerada pero nada especial en los servicios de la cafetería, el restaurante y el bar. En su primeros años, sus 22 mesas familiares, alfombradas de aserrín y tatuada por la efervescencia nocturna, albergaban casi las 24 horas de día a un conjunto que reunía a profesores y estudiantes de la universidad de San Marcos y alguno que otro de la Universidad Católica, la mayoría procedía de las Facultades de Letras y de Derecho. Pero también eran clientes conspicuos, toda la feligresía periodística, porque hasta allí llegaban, al cierre de la edición, toda laya de gente de prensa: redactores y reporteros de La Prensa, La Crónica y El Comercio, los diarios más importantes de aquel entonces.


Dos cervezas y la soledad solemne


4. 
El lugar, atraía por varias razones que no eran por cierto el decorado y su escenografía. Era un café y bar como otros cualquiera que existían en los predios de la universidad, el Parque Universitario o la Plaza San Martín. No obstante, la apacible contemplación que observaba don Santiago y sus hijos, la solícita atención que practicaban los mozos ─Broncano, Linares y Vitelio─ y que satisfacían las exigencias más extravagantes del clientelaje sin mayores dramas, era el encanto que trasuntaba ese Palermo de los años cincuentas. Porque los que llegaban con suficientes reservas económicas, podían ver sobre su mesa una buena botella de pisco peruano; los que lucían un presupuesto regular lograban atiborrar su espacio de cervezas y cigarrillos; los que mostraban exiguos recursos alcanzaba a tomarse algunas tasas de café; y los otros, aquellos que caminaban con los bolsillos vacíos, pues nada, se sentaban sin ser molestados y miraban pasar las horas y el mundo rodar.


Pintores Carlos Ostolaza y Oswaldo Higuchi
 

De repente se observaba en agitadas reuniones, juntos pero no confundidos, al novelista José María Arguedas y al maestro Raúl Porras Barrenechea, a los poetas Alberto Escobar y Francisco Bendezú, al estudiante de historia Pablo Macera, y al pedagogo Oscar Franco. A los periodistas Pedro Álvarez del Villar y al crítico y poeta Augusto Salazar Bondy. Al filosofo Víctor Li Carrillo y al estudiante de derecho Félix Arias Schereiber. Al sociólogo Aníbal Quijano y al narrador Eleodoro Vargas Vicuña --en el 55, recién llegado de Arequipa--, al poeta Juan Gonzalo Rose y al historiador Emilio Choy, al cuentista Oswaldo Reynoso y al crítico de cine Hugo Bravo, a las estudiantes de Letras --casi musas--, Esperanza Ruiz, Nécida Coronado y Evelina Gayoso. Todos, jóvenes personaje de un gran fresco que podía retratar la convulsa cultura peruana de los años cincuenta, años de la férrea dictadura militar del General Odría. La mayoría, asistentes en fervorosa procesión desde el leyendoso Patio de Letras de la universidad de San Marcos.


Poetas, Pimentel, Fernando Obregón, Angel Garrido y Eloy Jáuregui.

Otros, en sistemático ritual académico ─los poetas Pablo Guevara, Leopoldo Chiariarse, Washington Delgado y el escritor Julio Ramón Ribeyro─, llegaban en grupos acicalados desde los claustros de la universidad Católica y atiborraban el lugar con su irrecusable deseo de descubrir el Perú de las ideas y de los dédalos políticos de su coyuntura, hallaban, quién lo duda ahora, en el Palermo╗, la libertad que no encontraban en los espacios universitario que la sociedad peruana les había entregado para su continuidad. Si el mítico Bolar rejuraba que en uno de los baños había estrechado su diestra --y su siniestra también-- al mismísimo Ernesto Guevara, antes de ser el Che y antes de ser El Comandante, cuando estuvo de paso a la revolución y en moto. Y contiguos a otros escritores y poetas en ciernes, y junto a otros sublimados artistas de las letras y la plástica, y observados y comprendidos por la familia Kuniyoshi que los albergaban, inmigrantes también a su manera, componían un apasionado mosaico con esos otros parroquianos, la mayoría de clientes, foráneos en Lima, llegados desde el interior de las provincias del Perú a tomar posición en una geografía propia como ajena. 


5.  
Cierto, el Palermo se fue convirtiendo en capilla y catequesis, en aula alternativa y universidad de la propia vida. Aquel fue su atractivo y su pudor. Su exclusivo clientelaje sabía bien que ahí iba a encontrar a sus congéneres, a esos seres que vivían preocupados por el origen de las cosas, por la explicación de los fenómenos totales y por el fondo y la forma estética con que explicar que la vida existe de otra manera. Así, se tejían los diálogos profusos y cotidianos, triviales o trascendentes, triunfales o dramáticos, amargos o hedonistas. Y en cualquier momento hacía su ingreso un gran maestro o un irreverente poeta, un profundo filósofo o un cultivado periodista, un anecdótico pintor o un fulgurante novelista, todos reunidos en ese café y bar limeño que el tiempo convirtió en sala magna e institución.

En medio de esa bohemia y tertulia, la familia Kuniyoshi, don Santiago y sus hijos mayores, protagonizaron una función normativa. Se los respetaba como ellos respetaban el resplandor de las ideas que en esas mesas de El Palermo adquirían categoría de fe teológica. Se los respetaba porque el joven Santiago y su hermano Julio, en los años siguientes, persistieron en esa mutua atención y tomaron la posta dejada por el fundador de aquel lugar entrañable para artistas, pensadores y políticos, desde aquellos tiempos de los primeros años de la década del cincuenta. Porque Santiago y Julio, en tiempos posteriores ─ya existía el piano que era tocado por el maestro Freddy Ochoa cuando el Palermo era ya un snack bar─, con su proverbial protección, apoyaron y animaron publicaciones, presentaciones de libros y hasta respetuosas ceremonias para festejar un cumpleaños o la llegada o despedida de algún hijo ilustre de sus mesas.


Fundador de El Palermo, escritor Oswaldo Reynoso

Suele decirse que el gran poeta peruano Martín Adán fue el primer limeño certificado que inaugura la lúdica costumbre de asistir a el Palermo en las épocas de los italianos al final de la década del cuarenta. Le encantaba el tiempo detenido y el sordo estruendo de las ideas silentes y musicales ─según confesión de aparte─, y porque incluso en su horas más frenéticas ─que las había sobre todo los fines de semana─ era un simple y confuso bar, pero donde nadie lo molestaba ni interrumpía el discurrir de sus imágenes poéticas que escrupulosamente dejaba escritas en finas hojas de servilletas y que el mozo Broncano guardaban con sumiso respeto y para la posteridad.

Igual fervor habitaba en los sentimientos del notable pintor Víctor Humareda, quien todas las noches y mucho más en los años ochentas, se acercaba con su carga briosa de colores remojados en los vinos de su mundo cromático y secreto, a domar sus demonios y a contarle cada vez una historia distinta a Julio Kuniyoshi. Así, los espacios del mítico bar, albergaron en su momento a casi todos los militantes de la llamada Generación del 50, constructores de una revista emblemática: Letras Peruanas. Allí también se forjaron grupos y movimientos, los más importantes, aquel de los prosistas del grupo "Narración" en los años sesentas y su revista del mismo nombre. Un lustro más tarde, en casi la misma mesa, irrumpía con su sibilino universo integral el movimiento poético Hora Zero y todos sus manifiestos y toda su zarabanda de lúcidos locos tiernos.


Palermista, Poeta Cesareo "Chacho" Martínez

Y el Palermo de la familia Kuniyoshi, en aquel apasionante interregno, pertenece a la infinidad de páginas libres de la literatura peruana. Su nombre y su influencia se lee en la novela de Julio Ramón Ribeyro, Los geniecillos dominicales donde los protagonistas, todos jóvenes iconoclastas y al mismo tiempo revolucionarios e incendiarios, traman cambiar el universo al calor de sus ideas y en el esplendor de sus cervezas. Y ha quedado escrito también en célebres poemas, en cuentos y otras novelas como el marco de referencia de otras épocas, como registro vivencial y generacional ─la llamada Guerra Fría, la Revolución Cubana, la muerte del poeta guerrillero Javier Heraud, la Revolución Cultural china, las revueltas de París y Praga, el Chile de Allende y Pinochet y el Perú, desde los fastos de la dictadura odrista, pasando por la anémica gesta demócrata de Belaúnde y hasta la revolución del General Velasco─ en otras estatuas del tiempo.

A Julio Kuniyoshi, en la lejanía de los años, le compitió la ingrata tarea de cerrar el capítulo de un ilustre pasado de este mítico café-leyenda. Fue una noche de noviembre de 1989 cuando se bajaron definitivamente las puertas metálicas del Palermo. Cuarenta años habían pasado desde aquella vez cuando don Santiago o Shinjo Kuniyoshi había encendido las luces majestuosas de sus aposentos que iluminaron con su calor y resplandor a más de una generación de intelectuales, escritores y artistas, y que alguna vez escribieron en alguna de sus mesas, los versos abrumadores de sus vidas y de sus frescas presencias con las cualidades de los espejos de la memoria.

Yo recuerdo de niño ese fulgor y los estruendos que escapaban desde las entrañas de sus mesas del fondo y me preguntaba qué era aquello que se defendía con tanta pasión. Era el café de los ensueños, decían que decía mi padre, también activo concurrente y emisario de las influencias que de aquel Palermo se tejían para el mito. Después, hasta su barra llegue ya de adolescente a pedir una copa de pisco para el frío de la nueva vida, un picante cebiche para agarrar fiereza digestiva y una cerveza fría para soportar mis primeras calenturas ante la sensualidad de las partes ajenas. Años más tarde, en 1973, mi voz se hizo ronca porque ya instalado en una de sus mesas, y con otros jóvenes poetas del movimiento Hora Zero, gritaba cada vez más fuerte por las tardes, alto gritaba con los puños y de noche, para que el planeta oiga mi templanza y ahí ha quedado su filo y su ternura para rendirle este homenaje. 


Poetas Garrido, Jáuregui, fotógrafo Jorge Verástegui, Tulio Mora y Alberto "Cholín" Escalante.




NIETZSCHE Y EL PISCO VARGAS


No sólo Friedrich Nietzsche, más allá del bien y del mal, también desde su antiguo amor a la sabiduría no corrompida, aparecía Ortega y Gasset, y hasta el nirvana como fuente ideológica del fascismo germano, era el fuerte de Arthur Schopenhauer, en los gritos de Jorge Pimentel o Tulio Mora o Enrique Verástegui, jóvenes aún, entre los puchos de la vida y los cigarrillos prestados y las medias botellas de pisco Vargas y los capachos bien remachados. Kant se enfrentaba al general Velasco y la Reforma Agraria a Garcilaso. Así Kin Novak era más mujer que Laura Antonelli o al revés y Gladys Arista era más fiel que Cuchita Salazar. Y recitábamos a Thomas Nashe, poeta impuro del mil quinientos: "Una flor es la belleza, que se marcha y se consume... El polvo ha cerrado los ojos de Helen, es hora de morir estoy enfermo: señor ten piedad de nosotros. Así, a las cuatro de la mañana, apagábamos la luz del Palermo y todos nos íbamos a dormir con Helen. Y así lo recuerdo.

 

[LEER MÁS: "El más vil de los ofidios". Eloy Jáuregui, 2006]


lunes, diciembre 04, 2006

GRANDES COÑAZOS 3: QUE OTRO CARGUE SU CRUZ





PENELOPE, PENE Y PENAL


Penélope Cruz es al cine lo que el Omega 3 es a mi hígado. Una suave brisa cargada de emulsión y ácidos grasos poliinsaturados más un soneto de erotismo puro y unas gotas de desahuevina. ¡Qué hembra de vicariato prohibido! Y el último sábado logró la más perfecta actuación de su carrera cuando fue premiada por su actuación en Volver, que ya se exhibe en Lima y yo tengo la versión en DVD en mi casa, que a su vez podría ser la mejor película de Pedro Almodóvar a la fecha y uno de los grandes acontecimientos cinematográficos del 2006 amén que arrasó con los Premios del IXX Festival de Cine Europeo de Varsovia y, donde la cinta del machego, recogió cuatro de los seis galardones a los que aspiraba, incluyendo el de mejor director y el de mejor actriz para la Cruz –que es mi cruz y cargo con ella hasta para el baño—y que debe ser medio pariente de la finada Celia Cruz porque cada vez que la veo, me meo, y sólo atino a gritar: ¡Azúcar!





Escribe Eloy Jáuregui

"Pedro, ¡te quiero tanto! Gracias por creer en mí. No sólo estás cambiando mi carrera, sino muchas cosas en mi vida". Así dicen que dijo la diva cuando agradeció el premio y luego agregaría que el director le da tanto que es como una droga. Y eso que Penélope ya tiene ya 32 años y ejerce el budismo con rabiosa devoción y desde el 2000, tras hacer la película 'All the pretty horses' se volvió vegetariana oral aunque es afecta a lo cárnico por otros hoyuelos. Y Cruz que casi tiene la vejez de Cristo pero siempre está como de menos. A más talento más pubertad.

Desde que la observé en “Jamón Jamón” de Bigas Luna, allá por 1992, entonces ella recién tenía 18 años –nació un 28 de abril de 1974-- donde acomete con una escena de sexo nalgal con el ironmen Javier Bardem, porque en la cinta ella es hija de una ramera y él, el heredero de un empresario. Entonces la cosa es normal a que fuese al revés, si uno es el otro y viceversa: ahí sería escándalo, la hija del rico con el chulo pobre. Y uno sospecha. Y cómo no sospechar con esos pechos que lucían erguidos a la cámara, que había más de seso que de sexo.
Penélope es la única mujer que tiene nombre de una parte del hombre. La más importante. Y desde que se echó a la cama con la fama que le otorgó el videoclip “La fuerza del destino” del grupo Mecano, donde el músico Nacho Cano la hizo conocida y también su mujer por casi tres años según ella, que es maniática de las estadísticas como de su nombre, explico: ¡Ah Nacho, qué macho!, y digo que Penélope era conciente más que decente que sería una isla en el archipiélago de las novicias estrellas del cine casi como Itaca. Entonces apostó que mientras esperaba la vuelta de su Odiseo, su trayectoria pública sería una odisea privada de sábanas y calzones remangados.

Con “Belle Epoque” del gran Fernando Trueba -- el mismísimo de “Calle 54”-- ya olió a Oscar por mejor película extranjera. Luego construiría una trayectoria tras una veintena de films de toda calaña. Los finteros, los hueveros, los laxos, los filudos, los aconchabados. Yo que soy su Ulises del pobre sé que su libro preferido es "El guardián en el centeno", el de Salinger y que ama a Kafka luego que deja a un marido. “Con él puedo remplazar cualquier macho” ha dicho. Y sé que lee poesía y teatro ¿Ionesco o Bekett?. Qué sus íntimos sólo la llaman “Pe”. Que le gusta llevar ropa cómoda –esa desnudez disfrazada-- que no fuma ni bebe alcohol. Que no porque ahora radica en Nueva York frente al depa del Woody Allen ese, le encanta la CocaCola y le fascina la comida japonesa y los animales --tiene una gata llamada Aitana—como yo que tengo la mía que se llama Penélope Cruz, porque me ama y me araña.

Sigo, sus padres le pusieron el nombre en homenaje a la canción de Serrat: “Penélope, con su bolso de piel marrón, y sus zapatos de tacón y su vestido de domingo. Penélope, se sienta en un banco en el anden y espera a que llegue el primer tren meneando el abanico…” Y pensar que ahora es una diosa como las de antes. Y no es chiripa. Penélope confiesa que da gracias cada día tanto por estar sana como por tener la posibilidad de llevar a cabo el trabajo que le gusta. Además, desde su otro departamento en West Hollywood, recalca que su felicidad no se basa en la fama o el dinero sino en la disciplina. Qué cuándo descansa. Lo dijo, no lo soñé: “Cuando hago el amor luego de una ducha con jabón de sábila”. En Estados Unidos la están comparando con estrellas de la talla de Sofía Loren, Greta Garbo o Ingrid Bergman. Para algunos, la cosa es excesiva; para este cronista que está enamorado. Juro que juraré lo contrario.

Cuando en “Volver”, Penélope canta aflamencado el tango del Carlos Gardel y Alfredo Lepera “Volver”, uno agarra adrenalina con espermatozoides: “Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien...Sentir... que es un soplo la vida, que veinte anos no es nada, que febril la mirada, errante en la sombras te busca y te nombra. Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez...”

PEDRITO EL GLANDE

El maestro Ricardo Bedoya, al comentar “Volver” dice: “Hacía tiempo que Almodóvar no filmaba una película tan llana y luminosa –aun en sus momentos sombríos, hacia el final--, tan lineal y de buen humor, tan nostálgica y entrañable, tan equilibrada y frontal en su composición. La cámara opta por la discreta invisibilidad salvo cuando se eleva para mostrar, en perfecto picado, la línea divisoria de los pechos de Penélope, ese paisaje admirable. En verdad, Penélope esta como nunca…”. No les dije, los penelopistas somos como los católicos, el pecado existe porque existe el perdón. Gracias Padre Gustavo Gutiérrez.

Cuando premiaron la cinta de Almodóvar el sábado en Varsovia él no quiso ser el único protagonista del encuentro. "Una de las razones por las que Penélope está más guapa que nunca en Volver es por José Luis Alcaine. Yo he trabajado con muchos operadores, pero puedo asegurar que no hay ninguno que se preocupe del rostro de los actores como José Luis. En general, el operador crea la luz, la atmósfera, pero muchas veces esa atmósfera no favorece en los primeros planos de las actrices. La belleza popular de Penélope en esta película se consiguió sobre todo gracias a la iluminación de Alcaine, la iluminó. Él se inventa una auténtica nube de luz que va siguiendo el rostro de la actriz", dijo Almodóvar.

Alcaine, que ha trabajado ya en cuatro películas con el director manchego, explicó: "En el cine se ha perdido ese tipo de fotografía que cuidaba de la actriz importante, la que se realizaba en los grandes estudios. Entonces sí se cuidaba realmente a las actrices. Greta Garbo llevaba su propio operador. Ahora se premian las luces de ambiente y de atmósfera pero se olvida a los actores. Se les menosprecia, no se les trata bien, no conocemos sus ojos, cuando la gran expresividad del cine está en los ojos de los actores. Me preocupa que los ojos de los actores brillen, que tengan vida, porque ellos hablan básicamente a través de sus ojos".

Aunque su Raimunda es claramente el personaje principal de la trama, Penélope dice sin pretensiones que ella es simplemente ''una pieza más'' en la producción.La película me parece redonda. Cuando una película funciona no me estoy mirando a mí , estoy mirando a todas las piezas, y en este caso me parece que todas funcionan. Cuando la vi, me quedé muy tranquila''. Sobre su personaje, dice que es ``una mujer que ha sido muy machacada por la vida, pero que ha podido salir a flote siempre. Es como una fuerza de la naturaleza que nada puede parar'', afirma la actriz. ``Es una mujer que se niega a convertirse en una víctima''. De acuerdo con Cruz, es como la quinta vez que encarna a una madre, pero ``la primera vez que interpreto a una mujer con esa fuerza, que está en control de la situación''.


Para crear a Raimunda de una manera más realista, la esbelta Cruz utilizó ''glúteos artificiales'' y aumentó de peso, algo que para ella no fue difícil ``para nada''. [Almodóvar] quería que tuviera las caderas de una mujer que había parido a los 13 años. Y ésa fue la razón'', explica. ``Fue como encontrar los zapatos adecuados para el personaje. También engordé bastante, pero ya he perdido las libras.Ella es una leona con su hija, da su vida por protegerla'', observa Cruz. ``Ella quiere asumir la responsabilidad de lo que ha pasado en todo momento. La película es un homenaje a la familia, a las mujeres y la solidaridad entre las mujeres''. Pero, como señala la actriz, considerando que el elenco está compuesto mayormente por mujeres, es una historia ``que les toca el corazón a los hombres''.


''Es increíble... tantos hombres salen del cine diciéndome que han llorado y les ha afectado mucho la película a nivel muy positivo. Eso es lo que ha conseguido Pedro. Además, de gente de cualquier cultura, de cualquier nacionalidad, de cualquier edad. Esta película conecta con el corazón de la gente'', Volver ya ganó un premio en el Festival de San Sebastián y dos en el de Cannes. Uno fue el de Mejor Actriz, el cual Cruz recibió en conjunto con sus coestrellas Carmen Maura, Lola Dueñas, Blanca Portillo, Yohana Cobo y Chuz Lampreave; el otro correspondió a Almodóvar por el Mejor Guión.



COLOFÓN Y CONCOLÓN

A Penélope se le ha relacionado con muchos compañeros de reparto, tales como Matt Damon y Nicolas Cage, aunque su relación más duradera la compartió con Tom Cruise, que actualmente es padre de una niña junto con Kate Holmes. A continuación tubo una relación con Matthew McConaughey pero a principios de este verano ambos afirmaron que la relación habia finalizado.
Actualmente se le relaciona con su nuevo compañero de película Adrien Brody –No parece a Manolete es el mismo Manolete--, pero parece que únicamente se trata de rumores y ella lo niega rotundamente, ¿será una nueva estrategia de marketin? ¿estará esperando a que llegar al estreno cogida de su mano? Yo digo, que por eso me reencarnaré en un toro Miura sólo para degollarlo en la misma Plaza de Linares, cierto un toro no de lidia, de celos.



viernes, diciembre 01, 2006

ESTOY ENAMORADO DE PAÍS: JODE PERO NO MATA


Entrevista con el psiquiatra Mariano Querol:

EL PAÍS DEL CUY ENCERRADO

Digámoslos de una vez, existe el fetichismo de la información, el prurito por el vínculo de aquello, lo desconocido. Damas y caballeros, de eso se trata. De esa extraña idolatría por las revelaciones urticantes. Habita entre nosotros la gula de la confidencia capital. Existe hambre de pan y de noticias y de justicia hubiese dicho si hoy uno no estaría ingresando al verano limeño mirando el cielo de mi ciudad –esta es su geografía y sus grafías, sus dramas y sus gramas—huyendo con las sombras de la tarde allá en el balneario de La Punta y hablando del Perú con el psiquiatra Mariano Querol, experto en enfermedades nacionales.

Psiquiatra Querol. Foto CARETAS
Entrevista: Eloy Jáuregui

Es ateo pero tiene cura. Muchos limeños dicen que al psiquiatra Mariano Querol le dieron de su medicina la vez que lo secuestraron. Viejo zorro de la mente y sus desventuras, a el le pasó de todo y escribió y no sin razón que el ser humano se enfrenta así a sobrepasar con el amor la aporía de buscar la salud en un mundo insano, por eso procedía a enfrentar este reto con el optimismo que es la ilusión de hacer posible lo imposible. Vaya metáfora.

Lo cierto es que el psiquiatra analiza la mente del peruano de hoy, sus sueños y sobre todo sus padecimientos electorales. Atentos a esta ecografía. Y al que le caiga el guante que se lo chante. Además, en ese consultorio, donde tantos peruanos le contaron su pena, hay un letrero que dice: “La razón de la vida es amar para amarse”. Está firmado en el 2004. En el otro rótulo apenas se lee como esperanza: “La tarea en la que deberíamos emplear los gobernantes y gobernados es la recuperación y reforzamiento de las tantas veces puesta de lado los valores éticos y cívicos que hicieron del Perú un país grande y respetado.”. Firma, Pérez de Cuellar. Aquí el país, aquí sus dolientes.


-Dr. Querol ¿El Perú es como un paciente complicado?
-El Perú es complicado. No quiero equiparar al país con un paciente, país es país y paciente es paciente. Paciente es el que sufre y en el Perú hay gente que sufre mucho y gente que goza. Yo creo que hay mucha más gente que sufre, que no que goza y ese es el problema. El Perú es un país lleno de problema. Yo creo que los problemas más graves de este país es la pobreza y la corrupción en relación con la anomia, es decir, la falta de valores en relación con la mentira y la hipocresía en relación con la codicia, la codicia desmedida, en relación con lo que seria una psicopatía que es el hecho por la cual la persona comete actos incluso concientes sin sentir remordimientos.


¿Habla de los valores deprimidos?
-Cierto, de la condición por la cual una persona tiene una tabla de valores que la aplica para sí y otra que la aplica para los demás, es decir aquello que se llama doble moral, en casos como el machismo y el abuso. Existen otras situaciones problemáticas y otras que en este momento no se viene a la memoria porque son todavía más graves, la plata de la coima y la otra, la falta de plata, la miseria, entonces estamos ante un país difícilmente manejable.

¿Usted diría que el país no tiene cura?
-No. Pero si puedo afirmar que es un país de miles de enfermos. Eso de la cura es otro problema que no tiene que ver con la ciencia.

¿Desde cuándo está infectado de ese virus? ¿Quién lo contagio?
-Desde que se originan los tiempos. Luego la conquista, la base de la conquista de manera cruel y despiadada e inmediatamente después, las guerras intestinas entre los conquistadores y hasta el nacimiento de la república...


Es un mal congénito…
Sí, lo podemos poner así. Desde que el Perú es Perú y desde que la República es República. El Perú ha estado siempre convulso y los problemas que ahora lo aquejan los han aquejado hace mucho tiempo. Son flagelos que eran sabidos por toda la gente. Se sabía que se pagaba menos de lo que se debía. Que el contrabando existía de manera alarmante, que la corrupción era de unos y de otros.

La permanente situación alterada...
Sí señor. La situación del Perú ha sido siempre la situación de alteración. No hubo, que yo sepa, en ningún momento en la historia del Perú una situación de equilibrio, de equilibrio armónico. Las diferencias abismales de clases sociales, los status sociales, los niveles económicos han negado una situación de posible convivencia pacífica. Los esclavos contra todos. La poca existencia pacífica entre los obreros de las haciendas y los patrones que no podían ver. Los militares contra los civiles, los curas contra los ateos, los unos contra los otros.

¿Y la democracia, doctor?
Es un valor virtual como le dicen ahora. Existe una situación democrática sin representatividad social y esto me hace pensar que la situación que se presenta en el futuro es muy penosa y todo indica que es una situación que va en degradación. Por más que manteniendo el optimismo, los que estamos y los que nos quedamos luchamos, pero desde el punto de vista de la realidad como el de la ecología. Nosotros estamos destrozando lo social y la naturaleza también.


Adaptación de la miseria
¿El peruano se da cuenta que esta enfermo? ¿Identifica sus males?
No sé, pienso que lo digiere. Lo de enfermo lo acepto como una metáfora que esta pendiente en este país. Es una situación a la que muchos peruanos se adaptan, hay que acomodarse es una frase típica nuestra y efectivamente la gente se acomoda. El peruano, quiere decirlo con pesar, se adapta a la pobreza.

¿Acaso no es un diseño genético?
Es un diseño que se asume como proceso educativo. Se es pobre porque no hay otra alternativa. Y así se va creando pobreza sobre la pobreza. Hay un factor que no le he mencionado es fundamental y puede responder a sus interrogantes. El problema radica en entender que en lugar de afecto, además, mintieron en al fase de la educación. La falta de educación es el origen de todo.

¿Hacer ignorar para mandar? Perdón, ¿Se enseña la ignorancia?
Claro. Desde hace muchos años hay un procesó de deseducacion. La ignorancia es un valor. Un valor que mueven los poderosos. Suele decirse que es la mala compañera. No es tanto. Es un valor mucho más sencillo, es un valor de poder.
¿Usted decía que es más sencillo manejar a la gente ignorante...demuéstremelo?
Es parte del diagnóstico que estamos desarrollando a partir de esta conversación. Los vacíos, la abundancia de carencias aunque parezca ilógico, la ausencia de valores...


¿Cree que cada día nos enfermamos más?
Este proceso de decadencia cultural me parece que va aumentando no porque sea el Perú lo que es sino por un fenómeno mundial. La cultura tal como se le entendía esta siendo reemplazada por la técnica y actualmente vivimos en un mundo inequívoco donde la técnica tiene que dominar y es así que esta dominando al punto que le diga al hombre que tenga cultura. El problema sé plantea de modo diferente a lo de antes. En todos los países había núcleos culturales independientes de la técnica. Ahora resulta que los puntos culturales importantes están solamente en los lugares donde hay predomino enorme de la técnica y sus posibilidades. Al mismo tiempo que hay lugares donde hay un total independencia, para hacer un lugar donde la expresión de la cultura sea buena tiene que haber un buen predominio de la técnica.

Los portadores del virus


-¿En ese descalabro social acaso los políticos son los agentes de la enfermedad?
-Los políticos en nuestro país y en general, son personas que no están pensando en política sino en el bienestar propio, están pensando en política con el poder de imponer sus puntos de vistas partidarios sin considerar lo mas importante de su función. El ciudadano. La política de Estado es una fantasía. No se la encuentran en ningún lugar. Además donde se mira la política como poder para controlar o manejar ciertos aspectos del Estado, no hay una visión humanista, no hay medición para saber qué es poder y qué es riqueza.


-Esta forma de actuar del político es aprendida por cierto. ¿Usted pondría en el mismo saco a la derecha al Apra, a la izquierda o los etnocaceristas?
-En cada grupo hay de todo. Así como un grupo debilitares, que van en contra de un mandato militar o salvar su conciencia. Los políticos mas hay la gente que piensa cómo han quedado los peruanos después de pasar el terrorismo, corrupción El peruano han quedado maltratado. Porque ha visto los hechos corruptos, asesinos, etc. que se han cometido hasta ahora. No tiene un castigo o un reconocimiento negativo, al contrario parece que quieren acomodarse. El peruano queda maltratado.

¿Cómo ha bajado la autoestima?
Lo que trabajan, prueba de ello la fuga de talento es un acto claro de la perdida de autoestima, es el peruano por el Perú. Pero el peruano frente asimismo no es invención. El Perú es un país de emigrantes, el que esta contento no emigra.

¿El peruano vive avergonzado de ser peruano?
Si no vive avergonzado por lo menos se avergüenza. El pisco y el ceviche no cambian.


¿El Perú es un castigo?
Tanto como un castigo, es una situación en un país difícil. Yo me siento muy de aquí. El que sale extraña, es un amor rechazo porque el Perú hace dos años era conocido por su riqueza, pero ahora no.

¿Y cuál es la terapia al peruano que sufre este tipo de consecuencias?
Es una cosa global, es un país que tiene tantas diferencias que es muy difícil ser equitativo. La equidad es un derecho que se tiene que aplicar. Y las normas son inaplicables a la larga no porque no se quiera sino porque no se quiere. Una familia que mira los noticieros de Canal 4 o Canal 5 cada día esta envuelto en la violencia, corrupción, ¿cómo hace para salir de esa realidad sistémica? Hay un aspecto interno de la persona que es la seguridad, pero se consigue por momentos. No nos sentimos seguro de nada. Creo que es una condición humana. Gente con menos instrucción mas simple tiene la oportunidad de captar esa paz como uno puede estar en el momento de la muerte, hay una situación de la realidad.


¿Y Alan García nos salvará?
Yo soy un hombre de fe y no soy aprista. A este presidente sólo le pido que se porte como una persona honrada. Eso apenas.


LEER MÁS: en «El más vil de los ofidios». Eloy Jáuregui. 2006
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Fotos cortesía Familia Martín Chambi, Carlos "Chino" Dominguez, Lorry Salcedo