lunes, marzo 12, 2007

CONTRA LAS BUENAS COSTUMBRES




EL ESTILO DE "EL GABO" NO MUERDE

Gabriel García Márquez estará viejo pero no es un huevas. Ahora que todo el mundo le revienta cuetes y hasta los dinosaurios de la derecha dicen que son habitantes de Macondo, es bueno recordar esta lección del Nobel contra esos puristas de la lengua que no son más que los carcamanes del idioma. Este texto jamás sería publicado por el decano de la prensa peruana. Peor. Palo con ellos.


Cuando García Márquez escribió en la segunda edición de su novela ‘La Mala hora’ en 1967, en el prólogo se leía esta verdad que daba vergüenza ajena: “La primera vez que se publicó esta obra, en 1962, un corrector de pruebas se permitió cambiar ciertos términos y almidonar el estilo, en nombre de la pureza del lenguaje. En esta ocasión, a su vez, yo el autor, me he permitido restituir las incorrecciones idiomáticas y las barbaridades estilísticas, en nombre de mi soberana y arbitraria voluntad”.

Así defendía con coraje sus incorrecciones idiomáticas y su estilo narrativo refractario a los convencionalismos y reglas gramaticales de la lengua nativa este autor de ‘Cien años de soledad’, obra cumbre de la literatura hispanoamericana por la que ganó el Nobel en 1982, como uno de los mas asiduos cultores del movimiento literario denominado Realismo Mágico.

Este maestro del Nuevo Periodismo siempre se manifestó como un rebelde a toda domesticación pedagógica en el hablar y en el escribir, esas preceptivas de tiempos escolares dictadas a través de prácticas escrituradas que, a la postre, significaban para él una represión punitiva impuesta por las Academias de la Lengua.

Quizá su recalcitrante soliviantamiento en contra de las normativas del lenguaje natal tuvo origen en su dilatada actividad periodística, ya como articulista en 1950 en su columna La Jirafa en los periódicos El Universal y El Heraldo de Barranquilla, ya como redactor del diario El Espectador de Bogotá en 1954, ya como corresponsal en París del mismo rotativo en 1956, ya como crítico de arte en la revista venezolana Momento en 1957, ya como corresponsal de Prensa Latina en Nueva York en 1959, ya como guionista de cine en México entre 1961 y 1967.

La irreverencia es la belleza del pobre


El periodismo escrito, por su apremio de rápida transmisión de la noticia hacia los lectores, es a veces irreverente del estricto reglaje gramatical y de los códigos de la narratología formal y castiza. En otros casos, se ocasionaría cierto descuido correctivo por la tendencia de la comunicación colectiva a la informalidad en el relato.

Las instrucciones disciplinatorias del idioma son entendidas por García Márquez como una matriz carcelaria que pretende aprisionar y estigmatizar ciertas manifestaciones culturales, las que han sido inaceptadas por el ‘establishment’ burgués vigente, en nombre del ‘buen gusto’ y de una pretendida defensa del patrón de civilización imperante. Por ello sus novelas, cuentos, ensayos y crónicas presentan y exhaltan a un ‘demos’ en su estado bruto, salvaje y fidedigno, aunque todavía no haya sido legitimado por la sociedad de consumo en su existencia indeseada y en su influjo verídico.

Leer algunos escritos de este Premio Nobel, conjurado contra la ortodoxia literaria, es acceder a un variado y ameno diccionario de neologismos, barbarismos, colombianismos y otros extranjerismos, arbitrariamente introducidos en el texto para expresar sin ambages la realidad semiótica del mundo y su circunstancia.

TU MALA CANALLADA 5

Foto: Juan Rulfo


CUY O PISCO

Eloy Jáuregui


El jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., almirante Montoya, ha dicho que “la soberanía nacional no va a ser violada”. Está bien, digo yo, ahora que las violaciones son moda. Soberanía, dícese entre otras acepciones, de la autoridad o poder político que ejerce un soberano. El Perú es soberano de “lo peruano” –disculpen la tristeza- como lo es de la anomia, la pendejada y el pisco.



¿El pisco? Sí. El embajador Gonzalo Gutiérrez, que no tiene restaurante, es autor del mejor tratado sobre el aguardiente nacional: “Pisco. Apuntes para la Defensa Internacional de la Denominación de Origen Peruana”. (Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2003). Es peruano como Dios, repito. Pero debo aclarar que la coima también es peruana cual lujo de ser pobres. El hambre es bien peruano, insisto, mas ahora que el presidente García ha declarado al cuy como el roedor de bandera. Lástima que el pollo sea más barato.



Hoy es el día del pisco sour, que no es peruano, que es bamba y me llega. Yo soy pisquero puro y ortodoxo; de los que muerde el líquido candente; de los que estoicos aguanta su miel volcánica resbalar por el guargüero. De los que amansan su relincho abrasador con tormento orgásmico en el somier de las tripas. De los que dulcifican su borrasca con la apacibilidad filosófica del aserrín ilustrado.



Nicolás Lynch ha escrito en este diario sobre el arte del cóctel a base de piscos. El hombre sabe. Su drink favorito es el extinto “capitán”, un trago con pisco puro quebranta y vermut rojo. Max Hernández aporta un toque freudiano al decir que hay que tomarlo bien frío y con el auxilio de una cáscara de naranja. Ya es un “capitán-mayor”. Sea como sea, son guaracazos viriles contra el toque andrógino del pisco sour que se solaza con el huevo y se encabrita con el limón.


Ese mejunje no es peruano, es resaca de gringo en la barra del Morris Bar como asegura José Antonio Schiaffino. El pisco se toma puro y su aniversario es todos los días; y es nacional porque tiene el coraje de Sofía Mulanovich, la arrechura de Paola Ruiz, la brillantez de Juan Diego Flórez y el vigor de Luis Jaime Cisneros. Por eso es puro y peruano.





[Publicado en el diario La República el 3 de febrero del 2007]

TU MALA CANALLADA 4

Foto: Juan Rulfo

SANGRE EN EL OJO

Eloy Jáuregui





Pamela de la Pinella es una mujer joven guapa valiente e inteligente y fue mi alumna en un último curso de periodismo. Hoy ya está titulada. No llega a los 25 años. Es hija del periodista –mi hermano-- Eduardo de la Pinella, asesinado junto a los colegas Pedro Sánchez, Willy Retto, Jorge Mendívil , Jorge Sedano, Amador García, Félix Gavilán y Octavio Infante, y el guía Juan Argumedo en un el paraje de Uchuraccay en Ayacucho hace 24 años un día como hoy.

Pamela sabe de la violencia. El Estado también. A ella no le tiembla la mano y distingue su país de la ilusión y ese de la guerra popular. Aquel donde se mataron los jóvenes más pobres del Perú y el otro que canta en la combi. La CVR dice que murieron cerca de los 70 mil. Yo digo que fueron más. Pamela sabe que no miento. La historia es más actual y no metafísica.

Hoy circula un libro miserable: “Toda la sangre, Antología de cuentos peruanos sobre la violencia política”.
Gustavo Faverón Patriu es su creador. ¿Violencia política? ¿Cuál? La de la barra brava de la "U" o la que esta en forma de cómic en Guamán Poma de Ayala. La de la extirpación de la idolatrías o la que ocurre con los linchamientos en Carabaillo. El autor y su libro fabricó un vademécum policiaco. La literatura peruana cual ojo de comisario editorial. Es injusto. La violencia no es moda, es historia: de Caral a Ilave.

Los escogidos, Miguel Gutiérrez, Zen Zorrilla, Dante Castro, Pilar Dughi, por nombrar algunos, no son apologistas del terrorismo como Faverón sugiere. Escriben contra la incomprensión de Vargas Llosa con su informe de Uchuraccay. El puma y no Mao, el mote y jamás Lenin. En los Andes se sueña como en las playas de Asia. Cada quien pide justicia a su modo. Aquello es subversión para Faverón en un país tatuados de seudónimos.

En Uchuraccay dicen que los marinos de Grau mataron a los periodistas. Nadie lo ha probado. Yo sé que mis colegas fueron asesinados porque quisieron escapar de esa máxima de la Dra. Hildebrandt: “Cuidado con lo que digas”. Pamela de la Pinella mira desde su ventana todas la mañana la imagen de su padre. Es su ejemplo. Ningún crítico literario de Cornell University podrá matarlo.

[Publicado en el diario La República en enero del 2007]

TU MALA CANALLADA 3

Foto: Juan Rulfo

El Capo Kapuscinski

Eloy Jáuregui






El maestro polaco Ryszard Kapuscinski era un retratista de hospitales, de heridos, cadáveres y cementerios. Fue un periodista de vieja laya. Y ahora ahí está, no como cronista sino como un muerto ilustre a los 75 años, conociendo en este momento los yermas rutas del más allá. Escritor y ensayista, fue el maestro de nuestra generación. 75 años no eran muchos.




Los exactos para ser ejemplar como un profesional honesto, de aquellos de raza como Hemingway o Mariátegui o Vallejo. Un hombre que analizaba el planeta, sus contradicciones, sus guerras, los dramas, las gente de a pie que muere por que se muere. Ahora que me entero que lo están velando en un hospital de Varsovia, debo contarles que el viejo era comunista religioso y ateo gracias a Dios.




Que viajó por todo el mundo y que le otorgó dignidad a la profesión que amamos. Hace un par de años, en una entrevista en la televisión mexicana, contaba que había descubierto el ardid del mimetizarse con los alzados en armas y los humildes. Por eso observaba la realidad con transparencia, sin prejuicios, con pasión pero sin perder aquella línea imperceptible del ser gente de prensa y ser soldado de la paz. Por eso fue autor de un libro clásico: “Los cínicos no sirven para este oficio”.




En su último texto, “Viajes con Heródoto”, nos traslada con la luz de historia desde lo profundo de la India a la China pasando por Àfrica y lo que fue la URSS. Calmo, dejó en ese mensaje la mirada de los maestros que entiende a la densidad humana con la ternura del que explica la realidad sin fundamentalismo y rabietas y que ensaya una reflexión lejos de las prisas y las imprecisiones. Kapuscinski no temió estar frente al carnicero de Etiopía, Selassie, el Sha de Irán ni frente a cualquier dictador de pacotilla porque sabía que eran mortales.




Y así nos enseño de la vulnerabilidad del poder y de la mariconada de los cortesanos y traidores. Para los que lo admiramos, en la universidad y con mis alumnos, esta no es una noche cualquiera. Ha muerto un ser humano sensible y comprensivo, culto y mediático ejemplar. No digo más. Ya no quedan como él y todos seremos libres sólo con él.




[Publicado en el diario La República en enero del 2007]

TU MALA CANALLADA 2

Foto: Juan Rulfo
¡Lorchicemos Asia!

Eloy Jáuregui

Me ha llegado un mail: “Operativo Empleada Audaz”. Dizque el domingo 28 de enero, disfrazados como trabajadoras del hogar, invadiremos una de las playas de uno de los balnearios de Asia para protestar contra el racismo “Bio defensa natural”, y agrega la misiva: “Acompáñanos ¡Trae a tus amigas y amigos!”. Digo yo: ¿Qué es? ¿A dónde me invitan? ¿Un mitin con bloqueador de chuño e hilo dental de alpaca? ¿Un kick off 2007 contra mi bronce cobrizo? o ¿Un luau para conocer el “Joia” o la nueva barra del “Nikita”?
Advierto, yo conozco una sola raza: la humana. Subrayo, sé lo que es cholear y por qué un tipejo con una 4X4 socialmente vale más que el patín del mototaxi. Refuerzo, nunca aparecí en la revista Hola retratado con mi chola por Mafe García en el “Aura”. Y cierto, me llega. Un poema del serrano Oquendo de Amat es más bello que un giro lírico de Yeats y una reflexión de MVLl. sobre “El ojo que llora” es más intensa que el pedito liberal de Ocroscoma, alcalde de Jesús María.
La CVR tiene como único fin la reconciliación. Cerrar la herida y desterrar la rabia y el odio entre los peruanos. Ese tajo que pronosticara Mariátegui y tan vigente en este verano. Pregunto, qué es más importante, que las “amas tengan prohibido bañarse en el mar hasta las 7 de la tarde ( cuando ya se ha puesto el sol)” o que se apruebe la iniciativa populista de la pena de muerte. Qué es más valioso –como dice el mail--, que los peruanos, aquellos que no son socios de los clubes no puedan ingresar a bañarse como ocurre en Asia, uno de “los bastiones de la discriminación étnica, social y cultural imperantes en el Perú” o la reforma judicial, la descentralización y la misma reforma del Estado.
Entiendo la preocupación de todas la entidades de DD.HH. sobre temas de exclusión. No comprendo ese esfuerzo por el uso del Total block SPF 100 contra el cáncer de piel nacional en lugar de solucionar el drama del SUTEP, los libros no liberados de aranceles, la tuberculosis galopante, el SIDA multiplicado, la caracha asistencialista, la diarrea contra García Sayán, el fantasma autónomo de la Nación Aymara o la vida del Juez Omar Pimentel y del testigo eficaz 01-EPMC que observó a Fujimori dirigir el operativo en el Castro Castro.
Yo crecí en mi playa de Agua Dulce. Ahora soy feliz los domingos en La Punta y me encanta el cebiche de anchoveta. No tengo tiempo para broncearme en Asia disfrazado de “Yungay”.

[Publicado en el diario La República en enero del 2007]

TU MALA CANALLADA 1

Foto: Juan Rulfo




MANGO CON ARROZ


Escribe Eloy Jáuregui



En “Hijos de la medianoche”, la novela de Salman Rushdie, un tal Singh Retratos es un mago comunista en la India postcolonial. Encantador de cobras, articulaba una recia “comunicación directa con las masas”. Retratos gozaba de ubicuidad como que resolvía disputas, apadrinaba criatura y era generoso para bodas y utopías. En Cachemira fue preso por yuxtaponer las ideas trotskistas con la dieta de Ho Chi Minh. Pero ahora era sabio. En ese país de campesinos y oradores, para Retratos sólo la palabra articulada era la verdad. Un día la cobra le mordió la lengua, señal que la realidad le habían gastado la fuerza de su lenguaje. Ya no fue el mismo.
Su arte y efecto no se parecen al presidente García pero me temo no afirmar lo contrario. Desde el 28 de julio del 2006 y antes García no termina de hablar. Bendice y sintoniza con el imaginario de la calle, el único saber que achunta con la política. García es cómplice de la oralidad de la aldea. Según el libro La palabra permanente [FEC] del dueto Biondi-Zapata, la opinión pública se construye en las arterías públicas antes que en los camarines de los doctos. García lo sabe. Su lengua es su lengüeta y su verbo su verga de berma.
Ojo, Biondi-Zapata van más allá. Hienden en el atolladero nacional. Afinan más que afirman que apenas somos creaturas por culpa del divorcio entre el seso oral y el escrito y eso es lomo fino para lo electrónico. Lo escribal fue y es lo totalitario y excluye. La oralidad, el cemento de la ciudadanía. Internet, la fécula de la imaginación. Atahualpa arrojó las Santas Escrituras, no tenían música. Piña, lo mataron como a Saddam. Así, lo escribal fue [es] lo tiránico y en el Perú es de las minorías y del discurso oficial. En cambio, la oralidad es democrática, summa del país real, gnosis y yuxtaposición del arroz con mango contra el buffet del Asía del Mar.
Estimo a los intelectuales caviares y los de la derecha jurel. Pero en Ilave no hay librerías, ignoran a Aldo Mariátegui y en Iquitos nadie les gana en el messenger. Oralidad y electronalidad se empiernan en el hostal del futuro. No obstante, usa el Internet para devorar un libro sino para chatear o ganarse con Karen Dejo en pelotas. Leer, lo dice Luis Jaime Cisneros, no es comerse al Quijote sino enamorarse de la libertad. Y hablar, como lo hace García y no el “Puma” Carranza, no es ilusión sino la verdad para el hambre del oído nacional.


[Publicado en el diario La República, enero 2007]






martes, marzo 06, 2007

MONUMENTOS: CIEN AÑOS DE SOLEDAD



EL ARTE DE CONTAR HISTORIAS

Gabriel García Márquez no sólo inventó Macondo sino que inventó a “Gabo” y patentizó una forma de ser. Macondo inventó a “Gabó” y éste inventó a Gabriel García Márquez quien patentizó una forma distinta de leer. “Gabo” inventó a Gabriel García Márquez y de paso inventó también a Macondo quien reveló una forma novedosa de escribir. La escritura inventó a Gabriel García Márquez quien a su vez describió Macondo y ahí habita “Gabo” como una forma distinta de vivir. Desde aquella vez, ya pasaron 80 años y no 100 de soledad. Faltan 20 para reescribir a “Gabo” y toda la soledad para soportar 100 años más de inventos que no es más que el arte de contar historias ¿Cuáles? Las de Gabriel García Márquez que está hoy de cumpleaños y quiere que no lo frieguen tan tarde porque mañana tiene otra vez que escribir. [E.J.]





Gabriel García Márquez nació en Aracataca el 6 de marzo de 1927 y, aunque estudió derecho, su pasión por la literatura y el periodismo lo llevó, en 1955, a ser corresponsal de 'El Espectador' en Ginebra, París, Roma, Checoslovaquia, Polonia, Ucrania y Rusia. De regreso en América Latina, contrajo matrimonio en Caracas con Mercedes Barcha, y después continuó su periplo en Nueva York y México, país en el que construyó, página a página, 'Cien años de soledad', que fue editada el 5 de junio de 1967 por la editorial Sudamericana. Toda su obra maestra, poblada por los azares del realismo mágico, fue decisiva para que la Academia Sueca le otorgara en 1982 el Premio Nobel de Literatura, y marcó una huella indeleble en la literatura en lengua hispana de todos los tiempos. “Gabo” recibirá un gran homenaje en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebrará en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias del 26 al 29 de marzo.





Con Vargas Llosa a sus espaldas. Antes amigos, hoy conocidos.



Cuando en el año de 1968 arreciaban los vientos de la literatura críptica crecida al amparo de la Nueva Novela francesa y de los últimos codazos de la literatura del absurdo, un escritor y periodista colombiano lograba poner patas arriba la narrativa en lengua española con una novela que venía a recompensar a los pacientes lectores por tanto texto incomprensible y estomagante como habían debido tragar hasta entonces.

'Cien años de soledad' anuncia en su primera edición el regreso de la literatura narrativa, era la apoteosis del arte de contar historias, unas historias tremendas y abracadabrantes en las que había personajes, como Remedios la bella, que ascendían en vida a los cielos, cual si fueran la Virgen, o en la que la sangre de un asesinado se echaba a correr por las calles, como dotada de vida propia, remontando cuestas y muros, para ir a dar cuenta de esa muerte.







"Gabo" con su Premio Nobel



La descripción exuberante del mundo rural de la costa colombiana se convertía en una metáfora de una relación del hombre con el mundo cifrada todavía en clave de leyenda, de mito. La literatura latinoamericana se convertía en buque insignia de la literatura en lengua española y, gracias a ella, los lectores de España nos reencontrábamos con nuestra propia tradición literaria. Porque en la prosa de Gabriel García Márquez, además de la musicalidad del habla colombiana y de la presencia de una naturaleza ubérrima y tremenda, late la antigua sabiduría del Siglo de Oro, su música, su deslumbrante uso de la palabra.

Con 'Cien años de soledad' se pusieron en circulación dos conceptos que fueron acogidos con gran entusiasmo por la totalidad de la crítica. El primero fue el de "literatura del boom", que nombraba el conjunto de autores latinoamericanos que deslumbraban al mundo. El segundo era el "realismo mágico", con el que se pretendía definir la novedosa mezcla de fantasía y realismo que daba forma a buena parte de esa literatura y, en especial, a la de Gabriel García Márquez.

Quizá el personaje de 'Cien años de soledad' que mejor representa esa extraña y fascinante mezcla sea el del gitano Melquíades, quien traía las novedades del progreso a los asombrados habitantes de Macondo. Unas novedades que eran ya antiguallas, como el imán, pero que sonaban a último grito en aquel mundo perdido, y que además tenían siempre algo de prodigio sobrenatural. En el caso del imán, al desenterrar y arrastrar con su poderosa e invisible fuerza las armaduras de los antiguos conquistadores que hasta entonces habían permanecido sepultadas por el tiempo.








García Márquez, Barcelona en 1970, en Las Ramblas.





La novela de Gabriel García Márquez levantó en su momento recelos y envidias entre algunos escritores de España, pero a la gran mayoría de sus lectores nos reconcilió con nuestra lengua y su prestigio devolvió un indudable protagonismo internacional a la literatura escrita en español. No es raro que fuera en la figura de su autor que se premiara con el Premio Nobel aquel 'boom' literario.

El canon occidental y las 20

Recién escogida como una de las 20 mejores novelas de la historia, 'Cien años de soledad' cumple años y su autor también. Las Academias de la Lengua han preparado una edición popular de la obra de Gabriel García Márquez, que ha sido revisada por el propio autor y que cuenta con introducciones y estudios de Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Álvaro Mutis y Claudio Guillén.





Con su mujer Mercedes en Aeropuerto de México



La obra, que para Latinoamérica costará 11 dólares [38 Nuevos Soles], se presentará en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebrará del 26 al 29 de marzo en Cartagena de Indias. Con esta publicación, las Academias se suman al homenaje que el escritor colombiano recibirá en ese congreso, dado que hoy 6 de marzo cumple 80 años y hace 40 que publicó 'Cien años de soledad' y hace 25 que recibió el Premio Nobel de Literatura.

La idea partió de la Academia Colombiana de la Lengua y tiene un claro precedente en la que la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua hicieron del Quijote con motivo de su IV centenario en 2005. La "extraordinaria acogida" que ha tenido la edición del Quijote en los dos años en que ha estado en circulación (se han vendido 2,6 millones de ejemplares, y de ellos, 2,1 millones en América), ha llevado a las Academias a "proyectar una serie de ediciones conmemorativas ocasionales, y de circulación limitada, de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos", se añade en la nota.

En el caso de 'Cien años de soledad', el interés del trabajo preparatorio se ha centrado en el texto de la novela. Para ello se han examinado "todos los fragmentos publicados con anterioridad a la primera edición", y así se puede comprobar con claridad "el trabajo primoroso que García Márquez realiza hasta el último momento para dar con el término preciso, el mimo con que cuida la gramática, y su esfuerzo por lograr la expresión más rica en sugerencias", indica en una nota la Real Academia Española.





En Cuba, su segunda patria



A pesar del esmero con que el propio escritor corrigió las pruebas de la primera edición (Sudamericana, 1967), se deslizaron en ella erratas y expresiones dudosas que editores sucesivos han tratado de resolver con mejor o peor fortuna.

Para la nueva edición, que publicará Alfaguara en España y en América, las Academias de la Lengua presentaron una propuesta razonada al propio autor, que quiso "revisar las pruebas de imprenta completas, enriqueciendo así esta edición con su trabajo de depuración y fijación del texto".

Colaboraciones de lujo


La edición popular de 'Cien años de soledad', de 756 páginas, se abre con una breve semblanza de García Márquez escrita por Álvaro Mutis y una introducción de Carlos Fuentes que aporta "testimonios personales esclarecedores sobre el nacimiento de la novela y el deslumbramiento inmediato que suscitó", se afirma en la nota de la Academia.




También, contará con la parte central del "magistral análisis" que Mario Vargas Llosa hizo de la narrativa de García Márquez en 'Historia de un deicidio', que "sigue siendo la más alta referencia", así como con un estudio de Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, y otro de Claudio Guillén, a quien la muerte sorprendió cuando le ponía punto final.

Además, y para facilitar la lectura de la edición popular, se ha preparado, en colaboración con la Academia Colombiana, un glosario léxico de 55 páginas, que aclara el significado de los términos y ofrece noticia sobre personajes, acontecimientos y lugares. También se ofrece un cuadro de la genealogía de los Buendía, la familia protagonista, que, en su momento, pensó incluir el autor.



Con su amigo y maestro, el gran Álvaro Mutis


La Soledad y El Quijote

Precisamente, 'Cien años de soledad' y 'El Quijote' han sido las dos únicas novelas escritas en español que se encuentran entre las 20 mejores de la historia de la literatura universal, según un listado elaborado por un grupo de 125 intelectuales.

El jurado, entre los que se encontraban desde Stephen King a Salman Rushdie, basó su selección en la importancia y el aporte que han realizado al universo de las letras estos libros. Posteriormente, se hizo un sondeo entre el público para que votara por su favorita.


García Márquez recibe en su casa al Rey de España

Además, de las obras de Cervantes y García Márquez, en tan selecta lista se encuentran 'Ana Karenina' y 'Guerra y Paz', de Leon Tolstoi; 'Madame Bovary', de Gustav Flaubert; 'Lolita', de Vladimir Nabokov; 'Las aventuras de Huckleberry Finn', de Mark Twain; y 'Hamlet' y 'El Rey Lear', de William Shakespeare.

'En busca del tiempo perdido', de Marcel Proust; 'Cuentos', de Anton Chejov; 'Middlemarch', de George Eliot; 'Moby Dick', de Herman Melville; 'Grandes esperanzas', de Charles Dickens; 'Dublineses' y 'Ulises', de James Joyce; 'La odisea', de Homero; 'Crimen y castigo', de Fedor Dostoiesky; 'El gran Gatsby', de Francis Scott Fitzgerald; y 'Emma', de Jane Austen, completan la lista.



Macondo, el inició y el fin de la historia




lunes, marzo 05, 2007

CUEVAS POLÉMICAS: EL CAFÉ HAITÍ




CAFÉ CON NOCHE
[Bohemios, literatos y locos]


Escribe Eloy Jáuregui



A propósito del casi medio siglo del célebre Café Haití de Miraflores, este recorrido por la bohemia limeña, sus personajes y la indisoluble convivencia entre literatura y café en una ciudad que le queda muy poco de su tradición y estirpe.




Dirigí mis pasos hacia un café próximo
para hallar un poco de calor.
Cuando de pronto sentí
–no, no sentí: pasó rauda la Palabra.

Octavio Paz

Conocí a Abdón Quispe de rojo. El rojo del Bloody Mary. Quispe es el mozo más antiguo del Haití, el café de Miraflores que ya cumple cerca de medio siglo. Quispe ordena la atención del establecimiento desde la 7 de la mañana y espera mi llegada. De un tiempo a esta parte sólo me saluda y me sirve lo mismo. Es sabio porque me habla cuando me ve contento y no dice palabra las pocas veces que llego amargo. Quispe es mi cómplice más que socio y mi sicólogo más que barman. En el verano de 1962, al inicio de la bajada a los Baños de Miraflores, llegué al café de la mano de unos tíos. Yo venía de Surquillo en los extramuros de la alameda Ricardo Palma. El Haití fue un deslumbramiento. Junto al cine El Pacífico me arrebataron la infancia. Con el tiempo dejé los helados y las bizcotelas. Con los años Quispe me enseñó que el rojo era el color de la memoria y el Haití el territorio mayor de los afectos.


En la escritura del primer Vargas Llosa, desde Los Jefes pasando por Los Cachorros y hasta La Ciudad y los Perros, se esparce la geografía miraflorina. El área tiene aromas a calles arboladas, casonas rumorosas, uno que otro cine, y el brillo del Café Haití. La escenografía se completa con jóvenes deseosos, muchachas erizadas, rockanroleros pelirrojos. Aquella fue mi educación sentimental-escribal. Las calles Porta y Ocharán, los parques Central y Salazar. Su literatura es soleada o de nieblas y casi no describe la noche. Varguitas se acuesta temprano. Aún así, el Haití forma parte de su firma aunque el toma milkshakes y sodas. Sus personajes son su alter ego mirándose en los espejos del café. Cuando habla de las enamoradas todas son asexuadas. Sólo sus damas de vagina habitan en La Victoria o Lince. Cuando cita burdeles o cinemas de barrio siempre se equivoca.

Ergo, tiene razón. Lima no es urbe de cafés, sí de bares. Los pocos que se nombran hoy están cerrados o se convirtieron en farmacias. El mismo Haití tenía local al costado del Palacio de Gobierno y ya no existe más como no existe el Centro de Lima. Otro peruano apóstata y otro imaginario han desplazado de la capital su prez y su solera. Lima cuadrada fue tomada por los cholos, aquellos que a su vez llegaron desplazados y hambrientos de otros terruños y de otras layas. Lima no tiene cafés ni tiene novela, sí poesía. Conversación en la catedral de MVLl. y En octubre no hay milagros de Oswaldo Reynoso son las únicas novelas-urbe. Por eso lo limeño no goza de cimientos históricos y sí es profuso en su nerviosa melancolía, aquella prostituta de los recuerdos.

Esa Lima que se fue


Los espacios urbanos públicos son privados. El mercado barato de la carne ha forjado la pandemia urbana de los hostales. Los besos de los parques también habitan en la exclusión proterva de las rejas. Por eso Lima ha generado un sentimiento de lo “caleta”, un síndrome amariconado, una filosofía de monja arrecha que espera esconderse en la 4x4 del gerente y una práctica de la tarántula, ese arácnido que abre las piernas para trepar. Los bares son la salvación. Se asiste con tenacidad porque ya no hay lugar en este cielo citadino y si es de noche mejor. Su cultura vicaria remplaza al diván y al confesatorio.
La Lima de Valdelomar o de César Moro o de Raúl Porras Barrenechea era entendida como una comunidad rigurosamente oral. El limeño era conversador y desparpajado, respetuoso y conchudo simultáneo. La lengua secuaz forjaba la metrópoli y no al revés. Hoy habitamos en el espacio contrario. La tramoya limeña de hogaño construyó un habitante silente, pusilánime y cojudo. Qué hubiese dicho Ricardo Palma o Adán Felipe Mejía “El Corregidor” si nos vieran. Nada, que así como el burdel, el valse criollísimo, la picante oralidad limeña no existen más.

La tesis que denota al limeño de hoy lengüilargo, según la escenografía urbana, porque tiene la mano en la oreja a partir de los teléfonos móviles, es falaz. Sólo se conversa mirándose a los ojos, cuán distinto es hablarle a un aparato. Los celulares, en definitiva le han restado al limeño dilección. Por eso los bares y algunos cafés como el Haití resultan los bolsones de resistencia contra esa mudez de Babel que nos convierte en sordos de solemnidad. Repito, el café es el reducto o burladero cálido contra la agresividad de la calle. Pero debo parafrasear a Savater, en aquello que los cafés son de esencia maternal hospitalario: vr. gr.: sus asistentes necesitan de un temperamento robusto para no ser abrigados y anulados por esa aterciopelada matriz. Uno grita en semitonos regulables. Uno raja con sonrisas. Uno seduce enseñando los colmillos. Uno enamora como rezara a Santa Rosita. Uno espera a la amante que tarda porque está enamorada y eso es bueno para los amores contrariados mientras se pide el último café.


El Haití y los otros

Con el Haití se cumplen los 5 requisitos de un antro decente. Buenos bármanes, excelentes piqueos, mozos silentes, un sabio como administrador y una barra con estribo. Yo me permití adicionar 2 condiciones como un par de senos implantados a Olenka Zimmerman. Amplias ventanas para el fashion autofachoso y mesas en la vereda para rozar de ojos los cuerpos del delito púbico antes que público. Ahora, desde una de las 35 mesas, observo el tráfago del barrio acomodado. Ya no es el Miraflores de Julio Ramón pero hay noche en que me quedo con Toño Cisneros ordeñando las gotas finales del yerro curalisio. No obstante, el Haití goza de buena salud a pesar de ser testigo de 12 presidentes de la República como 12 países distintos. Del presumido Prado al martillero García.

El café o cantina rave luce desde siempre la elegancia y esplendor art-deco y reza en una de sus paredes de madera enchapada: “capacidad 250 personas”. Su fauna cambia con las horas. Los tufos se amanceban según corre el día. Por las mañanas los planilleros hush puppies de corbata y preocupación bursátil; al mediodía los maduros prostáticos del safari cárnico; en las tardes las tías dedo meñique, por la noche la bohemia ochentena en fusión con el onegeismo ligth; más tarde la gente retro sport chic, las de la ‘lipo’, los detectives salvajes, los perfectos solitarios en la borrasca final de su último verano.Otros cafés existen allá y acullá. Ninguno como el Haití. Los postmodernos se irán a Larcomar, a Dasso, al San Antonio, al Tanta, a La Bombonniere, al Pharmax y hasta al Bohemia. Los hipermodernos, a la manera de Lipovetsky, recularán en el chisme canicular de los antros de Asia y su surfing racista pero de ellos no hablo porque ya no son limeños. Yo que persigo el pátisserie & delicatesse de mis 50 años, digo que mientras el mozo Quispe exista no me faltará el púrpura escarlata del Bloody Mary en mi mesa del Haití, mis amigos de Hora Zero celebrando el último libro de Jorge Pimentel y una mirada pernil desde otra mesa en el salón de damas a ver si soy yo aquel que sueña que la besa.

[Publicado en el suplemento DOMINGO del diario LA REPÚBLICA el domingo 4 de marzo del 2007]




GRANDES COÑAZOS 10: LA COSA DE LA OTRA



Lady Pecado




Escribe Eloy Jáuregui




De pronto se convirtió en el objeto secreto y sentimental del presidente Toledo. La teniente Lady Bardales era sus seguridad y según las malas lenguas, su juguete favorito. Como en otros tiempos y con otros mandatarios, presidente peruano sin amante no era presidente. La joven señorita Bardales fue así carne de portadas y su presencia sólo sirvió para que el vulgo la señale como “la otra” y sea el pararrayos de una gestión que a la distancia muestra evidencias de corrupción y hoy debe responder a serias acusaciones constitucionales. Lady Bardales vive hoy oculta. Nadie sabe cuando su pecado se convertirá en pasado.




Lady del Rosario Bardales Carrillo acaba de cumplir 25 años y cada vez habla menos y nos gusta mucho más. Tiene buen “lejos” como dicen en Surquillo y mejor “cerca” porque como fructuosa hija de Chiclayo, administra una atractiva estructura corporal depositaria de una belleza alimentada en base a “chinguiritos en salsa de ají limo”, chicha en poto y mediana inteligencia.
Hace dos años era escolta del presidente Toledo y hasta hoy sigue convertida en carne mediática. A donde va la señalan, y por donde pasa la comen con los ojos. La señorita Bardales tiene el grado de teniente de la Policía Nacional y es investigada por diferentes comisiones legislativas desde aquella vez que en una ceremonia oficial le habló al oído al presidente y los testigos advirtieron que además de su intrepidez oral, Lady dejaba ver al interior de su embutido traje-sastre su turgente perfil y la prominente complexión de sus hechuras que hasta la fiscal Marlene Berrú de la Cuarta Fiscalía Anticorrupción le abrió una investigación preliminar por tráfico de influencias.
Ese fue el inicio de su pecado. Ser agraciada y tener genio. Ser mujer y tener un auto marca Honda de segunda mano. Asumir independencia espontánea antes que picardía solapa y porque hace tiempo a la policía no se la respeta. Llamarse Lady y conducir como Jennifer Lopez, evitando los rompemuelles de San Borja con un toque de fenme fatale que los analistas tildan como el síndrome “trampa” por un exagerado toque de hembra vanidosa y presumida sólo porque rauda, entra a las curvas sin placa, brevete ni Soat. De ahí que la alharaca de las denuncias periodísticas hayan nutrido la sevicia de la celeridad legislativa para investigar a la teniente por un supuesto desbalance patrimonial, además que responsa por qué porta ropa íntima fuera de reglamento y, lo que la desacredita y la hunde, por los presuntos beneficios que habrían recibido algunos de sus familiares gracias a los favores palaciegos.




El 17 de mayo del 2005, cuando asistió por primera vez al Congreso citada por la comisión de Fiscalización a cargo de Javier Velásquez, Lady lucía como una lady. Cierto, su presencia puso a la mayoría como onagro en celo y a todos con miradas de saurios a punto de lanzarse tras un venadito tierno. Lady apareció por atrás y esa vez lucía saco y pantalón rosa, blusita de encajes perla y zapatos de taco aguja, sin talón y con michi incorporado. Por la tarde confesaría que los periodistas mienten. Que no era escolta del presidente Toledo sino seguridad de su esposa Eliane Kart. Que ganaba 1,800 Nuevos Soles y que como su santa abuelita le había enseñado, ahorraba mil Nuevos Soles mensuales que le había alcanzado para el coche y sus cama dos plaza. Cuando quiso explicar los de sus trusas antireglamentarias, en ese mismo instante reventó en sollozos, lágrimas y mocos siendo socorrida rápidamente por el viril pañuelo blanco del congresista Mulder. Lady confirmaría la sospecha del sicosocial, que con toda la batahola que “construyeron” los medios –así lo dijo en esa célebre sesión reservada—, la habían obligado a dejar su departamento empujándola a mudarse a una pensión de mala muerte sólo para señoritas.

EL JUDÍO YE EL AMOR


David Karadi, era un ciudadano israelí, amigo de Avraham Dan On, el jefe absoluto de la seguridad de Alejandro Toledo durante todo su mandato, que gozó de prosperidad e hizo negocios con el Gobierno Regional de Lima y otras entidades oficiales. El hombre gozaba de un colchón financiero y la ventaja de trabajar bajo un manto de protección del paisanaje. Fue una noche de copas cuando Dan On presentó a Karadi a la teniente Bardales. Como cualquier humano que se precie, el extranjero quedó prendado de Lady. Ella también. David era atlético, de quijada partida y afelpado hasta las orejas. Luego vino el cortejo, el plan y la arremetida final. Algunos sicoanalistas, y no les falta razón, aseguran que desde tiempos inmemoriales el hombres es un cazador y la mujer una recolectora. Lady se alejaba de Palacio.





Se amaron como cualquier pareja enamorada. Lady, supongo por su mirada gélida pública debe ser una tigresa privada de tapujos. Y está bien. La utopía es madre de todos los vicios ociosos. Digo que en su ojos anida el profundo secreto de los apetitos, que en su caminar a caballa sin montura y sobre todo, en su imaginario –el deber es su placer—emite la liviandad de la mujer norteña, sea una hija de la gran Piura o de Chiclayo. Yo la reconocí en una playa que no divulgaré. Con ella ocurre lo mismo que siento por Viviana Rivasplata, que igual me da verla con ropa o sin ella.
David Karadi la envolvió y la desenvolvió en los círculos de poder. Lady se dejó arrastrar por la borrasca del amor. Ahí habitaban también los capos de Israel, los nuevos reyes del olluco, la trenza sanguínea de Cabana, la chakana familiar, los otros judíos maravillosos, los Galsky, los Klein, todos aquellos que se repartieron la torta y que ahora se los tragó la tierra. En ese plan telaraña Lady quedó convertida en la mujer araña. Pero ya lo dijo el letrado José Ugaz y el psicoanalista Max Hernández: el urdiembre de la corrupción es y será sistémica. Se afinó con Fujimori y se consolidó con Montesinos. Ni el láser de la ley ni el verduguillo de Cholo Jacinto la podrían extirpar de un año para el otro. En julio del 2003, Karadi con su empresa Movicat SAC, favorecieron a un cogollo de malos militares que le robaron al Estado nada menos que 1 millón 223 Nuevos Soles.

Y SE LLEVÓ EL RÍO


Aquello fue fatal para Lady. El prometido Karadi también cobraba por servicios que jamás prestó amen de falsificar facturas de los proveedores. El novio era una joyita. Lady había ingresado a ese infierno tan temido de la mano de su ciego amor. En octubre del 2005, la justicia divina le pasó la factura. Ese día mientras Karadi intentaba cruzar el río Santa a bordo de un cargador frontal, las aguas caudalosas se lo tragaron. Lady Bardales ya no fue la misma. Deprimida y en estricto duelo abandonó el servicio y se dedico a trabajar con la maquinaria de su novio. La pesadilla había estirado su soga de la continuidad.




Acusada de una y mil fechorías, aquellos que fueron sus colegas, los que la intimaron y la conocieron desde que vino sola a radicarse a Lima de Chiclayo, saben que Lady Bardales no es Jacqueline Beltrán aunque para un gran sector de la prensa se han convertido en su presa. Oyen sus nombres y babean cual canes rabiosos. Hay morbo y harto sexo caleta. He llamado al trabajo de Lady, a su casa, a la playa. Ella no habla, mira a los fotógrafos, cofre o estuche vacío inigualable. Sabe de sus secretos. Ya tienen 25 años y por las noches no para de llorar.

[Publicado en el suplemento DOMINGO del diario LA REPÚBLICA, el domingo 11 de febrero del 2007]