Los nuevos Angeles Negros en México
Escribe ELOY JÁUREGUI
No conocí a Los Ángeles Negros. Ellos me encontraron una tarde de septiembre de 1971 extraviado de ociosidad en los jardines que rodeaban El Palmero, un restaurante show que era propiedad de Guillermo Stambury y que se ubicaba en el centro comercial de la Residencial San Felipe.
Ese vez, el técnico de sonidos del quinteto chileno, intentaba colocar los equipos por la puerta de artistas del local. Me miró. Lo miré. Me dijo: “Oye cabro chico, no quieres ganarte unos pesos si me ayudas”. No me negué. Cuando terminamos de instalar amplificadores, guitarras, batería y micros en el escenario, me contó que acababan de llegar a Lima y que esa noche debutaban en El Palmero y haber si yo tenía tiempo para que sea su asistente. Por supuesto que acepté. Eso sí, tenía que lucir un terno oscuro.
Mi hermano tenía uno azul marino. Me puse una corbata y le dije a mi madre esa noche: “No me esperes que esta vez vengo de artista”. Tenía 15 años y nunca me imaginé estar en el mismo nervio del tráfago de las estrellas musicales de aquellos tiempos. Esos 45 días que pasé con ellos, actuando aquí y allá, viajando a Arequipa, Cusco, Trujillo, Chiclayo y Huancayo, sirvió para entender ese universo de los artistas. Ellos estaban más asustados que yo. Los Ángeles Negros era un grupo chileno de provincia, y la histeria que provocaban en las chicas los aterrorizaba. Germain de La Fuente, el cantante, era un tipo formidable. Como lucía ciertas maneras, la gente decía que era homosexual. Yo que viví junto a ellos en un departamento que el empresario Guillermo Stambury les puso en las esquinas de Roma y Barcelona, en San Isidro, digo que lo envidiaba. Desde la sala observé a cientos de mujeres desfilar a su dormitorio y no precisamente para oírlo cantar,
De ahí que las giras y presentaciones no se hicieron esperar, y para 1969 surge el primer contrato para traer su música romántica al Perú, donde el éxito fue tal que prolongaron su estadía de 15 días a mes y medio porque el público no los quería dejar. Viajaron luego a Argentina, Bolivia, Paraguay y Ecuador, siendo los número uno en cada uno de estos lugares, abarrotando plazas y llevando el romanticismo a todo Centro y Sudamérica. Luego, dominaron el mercado de Venezuela, Colombia, República Dominicana, Puerto Rico, Estados Unidos, Canadá y por último a México, donde se afincaron desde 1982.
Sus éxitos principales son: Y volveré, Murió la flor, Debut y despedida,
Déjenme si estoy llorando, Mi niña, A tu recuerdo, A la mujer que tanto amé,
Si las flores pudieran hablar, Despacito A ti y Vete en silencio, entre otros. Los Ángeles Negros, un conjunto músico vocal que en su tiempo fue pionero de un movimiento artístico que muchos siguieron a través de décadas y que en la actualidad muchos han continuado. Ese estilo único que sólo ellos han sabido conservar, pese a los cambios que ha sufrido el grupo en los 33 años de trayectoria musical.
Los Iracundos versus Los Ángeles Negros
En la segunda oportunidad que llegó al Perú el quintero chileno Los Ángeles Negros en 1971 coincidió en Lima con el sexteto uruguayo Los Iracundos. Ya lo he señalado en anteriores capítulos que trabajé con mis 17 años y un traje prestado de mi hermano, como asistente todo terreno del grupo que lideraba Germain de la Fuente y que recorrí desde centros nocturnos, restaurantes, show callejeros y espectáculos en los cines de los barrios de Lima y, que hicimos varias giras a provincias. Ellos recién se hacía de fama y yo junto a ellos conocí el rigor que necesita un artista profesional cuando quiere llegar y llegar bien. Los chilenos eran de la provincia de San Carlos, estaban asustados con su primera gira pero jamás se salieron de aquello que figuraba en el contrato y eran sumamente puntales y reponsable .
Esa vez, los empresarios no pudieron tener mejor idea que organizar un “Duelo musical” nada menos que en la Plaza de Acho entre las dos agrupaciones y el éxito ya estaba descontado. Un miércoles nos avisaron que el duelo estaba pactado y que intentaban armar dos escenarios para que cada grupo intercale sus canciones y sea el público quien decida al ganador. No se pusieron de acuerdo y quedaron finalmente en presentaciones por separado. Primero actuarían Los Ángeles Negros y luego subirían a la tarima Los Iracundos. Desde ese día la promoción en las radios era constante y tuve que conseguir 40 entradas para mis compañero de promoción del colegio que ese año culminábamos la secundaria.
Muerte en la tarde
A las 4 de la tarde llegamos en dos camionetas hasta el mismo centro del redondel. Al principio no se notaba nada que no estuviese en su lugar pero al estar habilitadas unas sillas que rodeaban el tabladillo central, el público estaba tan cerca que sin valla de protección, de un pequeño salto ya estaba en el escenario. Con la primera canción, Murió la flor, la gente reaccionó de manera calurosa pero cuando estaban interpretando Y volveré, ahí sí que se armó. La histeria se apoderó del Coso. Las muchachitas, las chiquillas, las niñas, en una historia inenarrable, se lanzaron a tomar el escenario custodiado apenas por cinco policías. Por instantes se las contuvo mientas el animador pedía que paren la canción para llamar al orden. Luego volverían a la carga.
Cierto que estábamos vivos pero bien magullados. Yo tenía cortes en las manos por los vidrios de las ventanas, me chorreaba sangre por la frente y me dolía la espalda. Los Ángeles Negros no terminaron espectáculo, casi son linchados y fueron a dar a la clínica Miro Quesada, decían los diarios al día siguiente. El gusto fue que mientras nos atendían, nos moríamos de risa contando las experiencias de cada uno. Germain estaba irreconocible, tenía el pantalón en trizas, igual la camisa y el dolor de cabeza lo mataba porque habían querido quedarse con un mechón de su cabello. Así, quejándose en una camilla no paraba de reírse recordando la hazaña de haber podido salir vivos. Nadie dice que ese duelo lo ganaron Los Ángeles Negros, yo aseguro que con Los Iracundos no hubo problema y tocaron hasta el final porque llegó un escuadrón de la policía de asalto de refuerzo y porque las fans ya habían tenido su orgasmo con nosotros.
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LA SAETA SE VA DE TRAGOS
Ahora que el Tobara ya no existe más y se ha convertido en una farmacia, ingreso a pedir un hepatoprotector en la misma barra donde hace un tiempo exigía un navajazo de ron. Mi hígado antes que mi corazón es testigo de mi amor. Por eso recuerdo esta esquina como el iceberg de mis cariños más profundamente entrañables y, mientras escribo estas líneas, unas lágrimas ruedan de mis mejillas y humedecen el mantel donde muestro el mejor de mis cariños.
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COPA AMÉRICA
Escribe : Eloy Jáuregui
POR LOS CHICOS
Llegó Zelada ebrio de rencor patriótico a lo de La Paisana en Libertad de Magdalena. Cállese, le advertí, sino no le invito su Encebichado, plato emblemático de la casa. Quiero Cabrito con frijoles, dijo ya más sereno pero advirtió que Claudio Pizarro es un fantasma y que Pedro García un perfecto huevas. No respire por le hueco, le dije. Y le expliqué que Perú perdió con Venezuela sólo por temperamento, jugamos mal y eso está en las posibilidades. Si no te cobran un penal, si te sacan la roja, si te pegan toda la noche, no te caigas. Saca raza, capachos, ponle lama vida y corazón.
Ahí fue que me preguntó Zelada, por qué este equipo de Uribe no podía perder. Le tuve que refregar que esa es parte de nuestra estirpe. Ganarle a un grande y perder con los chico. ¿Los chicos? me gritó preguntando e insistió ¿Cuál chicos? Cierto le respondí, nosotros somos chicos. Pero aclaré, somos chicos en mente y en alma. Por eso no afrontamos con cojones los retos de nuestro destino y no nos vemos en ese espejo que es nuestra historia.
Rafo León decía respecto a si éramos ricos o pobres ayer en canal siete, que los peruanos nos sentíamos inquilinos de nuestro riqueza. Zelada dice que no hay peruanos, hay ‘pobres peruanos’. ¿Los futbolistas? Cierto. Por eso la demostración del equipo de Uribe contra Venezuela fue la confirmación que a pesar de tener grandes jugadores, somos un equipo miserable. Esa falta de grandeza viene de antiguo. Con tantas calidades, por qué seguimos siendo futbolistas mendigos. Peo, no se puede jugar.
Vea usted, dijo Zelada, pidiendo media hora de cervezas. Uruguay estaba eliminado y arañando le ganó a Bolivia y casi está clasificado. Sí, es cierto, le respondí. Pero ellos tienen disciplina moral y capacidad para afrontar la adversidad. Zelada dijo que repita. Capacidad para vencer la adversidad, insistí. Mañana cuando juguemos con Bolivia veamos hasta donde llega el propósito de enmienda. Y déjese de rajar del juez Archundia. Déjese de insistir que hay un complot contra Perú. Déjese de ser miserable. Hay un equipo, hay mística, hay sueños. Claudio y García cometen errores, no seamos basuras para imitarlos. Está bien dijo Zelada y pidió media hora más. Hasta mañana.
CÓMO SE PUEDE
Estaba el Panzón Zelada observando el ensayo de ‘Con tetas si hay paraíso’ en ‘La Mueca’ de Miraflores y escuchando a Otiniano quien decía que Maribel Velarde es la nueva ‘Diosa del erotismo nacional’ cuando me preguntó por qué Venezuela era más difícil que Uruguay. Le tuve que explicar que ese no era el asunto. El problema radica en que Perú –según la historia que quiere cambiar Uribe—nunca repite un partido. Le ganamos al grande y perdemos con el chico, añadí.
Le recordé que esa vez de la Copa América de 1991 allá en Chile, fui testigo del drama que vivía el DT Company. Tenía un equipo que parecía un relojito, con el Chemo y Puchungo, pero que a la hora de los loros se quedó sin delanteros porque al tristemente célebre Balán Gonzáles le agarró un ataque de melancolía por culpa de la lluvia santiaguina y se negó a jugar. Con todo, esa vez Perú le ganó 5 a 1 y con baile a Venezuela y esa cicatriz no se la quita nadie.
El fútbol es disciplina, conducta y orden. Parar, pisar y meter un caño es un orgasmo. Pero no siempre se es feliz en la cama o en el verde que para mi es lo mismo. El fútbol es filosofía antes que religión por eso acabo de leer una frase de Albert Einstein: “Hay dos maneras de vivir su vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro". Mañana contra Venezuela, ojala que todo sea un milagro, digo yo.
Richard Páez tiene medio equipo enfermo. Se fregó el zurdo Jorge Rojas, aquel que sube por izquierda. José Manuel Rey, el central, está luxado, Miguel Mea Vitali, su motorcito, anda herido y Juan Arango, el del Mallorca, está triste por cornudo. Además, están obligados a ganar y aunque son rápidos y disciplinados, les falta alma y duende, aquello que nos sobra a nosotros, cierto, de vez en cuando.
Zelada, ya en la calle de las pizzas, afirmaba mientras apuraba un balde de sangría, que los triunfos en el fútbol no son como los trenes. Hoy un cariño mañana una traición, arremetió mirando el más acá. Hay sí le di la razón. La fórmula tiene que variar. Uno menos en la defensa y otro volante ancla. Regresar al 4-3-3. Para eso es la táctica. Para cambiarla según el que está al frente. Con eso los aplastamos. Hasta mañana.
DESPUÉS DUELE
Cierto que hace años no la vemos en el fútbol. Salvo la Sub 17, sin ser injustos, donde clasificamos por dos pelos. Cierto, como dice el mentalista Zelada, al pueblo hay que darle circo y pan, cuando hay. Cierto lo que dijo el martes Pizarro: “Siempre que juega la selección, uno tiene que ilusionarse. Pero sin ser aguafiestas, yo digo que no es para tanto y tampoco para menos. Golear a Uruguay hasta a Vladimiro y a Tongo los ilusiona.
Desde 1983 Perú siempre debutó bien en la Copa. Es decir, nunca nos ganaron. Esta vez fue rotundo y ojala luego no me vengan con lamentos ante el júbilo preorgásmico merecido pero desmedido. En la cebichería El Esturión de frente a la UPC hasta ayer había sarao y relajo. Y dos profesores de mi universidad han fomentado una polémica que es inédita. El maestro Zamalloa dice que para ser campeones solo es suficiente 5 buenos defensas mientras que el profesor Bailón asegura que este equipo no necesita mediocampo.
¡Vaya entuerto! Este columnista sostiene que al contrario, Perú ganó por ser ‘eso’, un señor equipo. Y aunque Bazalar, García y la Foquita, aparentemente eran menos que el cuadrante celeste, supieron jugar con la pelota en el piso, hacer los tiempos, nunca reventarla y respetar el estilo Uribe, que ya lo dije, no será Menotti, pero la conoce. Plantó bien el equipo. Hizo los cambios precisos y el equipo jamás se cayó.
Zelada, que ahora vende máquinas “llame ya”, ha dicho que llegamos a la final. Pobre huevas. Debería escuchar a esa manga se sabelotodos de Fox Sport con Niembro y el Bambino a la cabeza que aseguran que Perú se cae en la segunda ronda. El martes, mismo el panel de argentinos petulantes juraban que los uruguayos nos aplastaban. Luego dijeron que no era que Perú haya jugado bien sino que los charrúas son unos troncos.
Yo lo único que sé que este equipo tiene cojones y experiencia. Que además les han inyectado coraje de alto octanaje. Que es cierto que nos pueden ganar pero que dejarán el pellejo en la cancha. Bolivia, que se nos parece, le “toco” la pelota a Venezuela y los aplastó. Esa es la fórmula para el sábado. Jugar con duende, achicar el equipo, crear sociedades y romperlos de arranque. Hasta mañana.
ESTABA ESCRITO
Ganar con aquello que dije ayer nos dio la razón. Es decir, toque, amague, sorpresa y sobre todo, hartos huevos. Eso hizo que goleáramos a un Uruguay duro, complejo e implacable. Pero aunque al principio el partido estaba para los dos, las salidas del once de Uribe que partían de una defensa sólida nos fue dando fluidez, mecánica y una dinámica para jugar esperando y salir violentos con Pizarro, Paolo y la Foquita.
Y fue mejor la inteligencia de la estratega nacional. Yo no digo que Uribe es mejor que Tavárez, pero anoche la hizo y nos devolvió una alegría que necesitamos hoy más que nunca. Perú no es menos que nadie porque juega y ofrece belleza. Pero además hay que matar a los árbitros y a uno que otro dirigente que permite que dirija un energúmeno
El fútbol lo decía Zelada, es un constructo estético porque articula piezas, estilos, modos, tendencias, velocidad, ingenio, plasticidad. Eso es jugar bien, armar con artefactos de diferente calibre un ‘equipo’ que funcione atacando y defendiéndose. Cualquier otro deporte puede tener las mismas exigencias, pero el fútbol, por ser juego de conjunto, se convierte en metáfora pura, es artificio masivo, en conexiones con lo que no entiende la lógica. Es decir, poesía detrás de una pelota a la que se respeta y a un rival al que no se le tiene miedo.
¿Por qué ganamos 3 a 0? Porque fuimos mejor con ese 3-5-2 que se convertía en un 5-4-1 cuando los celestes nos atacaban. ¡Y vamos que se venían con todo! Y fuimos mejores porque Butrón, El Oso, Rodríguez y Acasiete estuvieron impecables. Amén de Vílchez y Galliquio. No recuerdo faena mejor en defensiva nacional. Para ganar es necesario no fallar y nuestra defensa no falló. ¿Raro no? Pero los goles de Villalta, Mariño y Guerrero hablan de otro espíritu. Ojalá
Yo sé que no estamos para campeones pero un 3 a 0 vale para clasificar y nos deja serenos. Los uruguayos Forlán el “cebolla” Rodríguez y Estoyanoff fueron ‘disueltos’. Y así dice la prensa charrúa. ¿Y usted sabe por qué? Porque con el ritmo que le metió el viejo Bazalar y las ganas de Claudio y Paolo, por eso también les ganamos. Pero sereno moreno. Esto recién empieza. Yo sueño con más. Hasta mañana. Fue un gusto.
FÚTBOL-FIESTA
Estábamos ayer en el “Bananas” de Zarate cuando Pepe Rejas recordó que en el fútbol, con Uruguay, existe un superávit ideológico. Tenía razón el metafísico. Y sin esperar el Caldo de Gallina, advirtió que la cosa venía de 1930, en Montevideo y evocó al “Mago” Valdivieso y la inauguración del estadio Centenario. Yo seguí explicando el ‘shock’ que me produjo el domingo un reportaje sobre Las Diablitas del Sabor y Alma Bella. Nadie me paró pelota porque el grupo estaba alucinando con esta nueva versión de la Copa América que se arranca hoy en Venezuela.
Les di la razón. El fútbol es el alimento del pueblo y los latinoamericanos somos los mejores del planeta. Por eso y aquello, la fiestas no puede estar mejor amenizada que con Perú-Uruguay, esta media tarde en el Estadio Metropolitano de Mérida. En realidad el debate había empezado el viernes en el Queirolo de Lima cuando Verástegui dijo que ganábamos sí o sí y que ya era tiempo de dejarnos de mariconadas. Cierto, en eso de la selección estamos más salados que cantantes chicheros.
Pero con Uruguay a pesar de Agustín Mantilla, nos va bien. Yo recuerdo ese domingo gris en 1965 cuando en el Estadio Nacional por las eliminatorias para Inglaterra, Perú se hizo empatar a uno y los uruguayos nos dejaron fuera. Antes, aunque usted no lo crea, el equipo que manejaba el joven Marcos Calderón, goleo a los venezolanos, que estaban en el mismo grupo, 6 a 3 en Caracas cuando Eloy Campos de agarró a patadas con Rubiños antes de terminar el partido.
Otro momento cumbre fue en el Centenario en 1981. Ahí viví la emoción más intensa que me había producido partido alguno, incluso mejor que cuando lo de Leysi Suárez. Aquella vez que ganamos 2 a 1 al Uruguay de Ruben Paz, De León y Victorino. El mismo Julio César Uribe junto a Cueto, Oblitas y Barbadillo la pusieron contra el piso. Se mandaron cientos de ‘huachas’, la tocaron como con una pluma y los celestes fueron arrasados como hoy, espero que se repita con ese estilo tan de esquina pero con una cuota de lucidez.
El nuestro es fútbol-fiesta, a veces. Sirve para los ojos como pare el corazón. Sólo hay que agregarle huevos y ser conchudos. ¿Acaso en la vida no todos somos así? Hasta mañana.