lunes, marzo 12, 2007

TU MALA CANALLADA 3

Foto: Juan Rulfo

El Capo Kapuscinski

Eloy Jáuregui






El maestro polaco Ryszard Kapuscinski era un retratista de hospitales, de heridos, cadáveres y cementerios. Fue un periodista de vieja laya. Y ahora ahí está, no como cronista sino como un muerto ilustre a los 75 años, conociendo en este momento los yermas rutas del más allá. Escritor y ensayista, fue el maestro de nuestra generación. 75 años no eran muchos.




Los exactos para ser ejemplar como un profesional honesto, de aquellos de raza como Hemingway o Mariátegui o Vallejo. Un hombre que analizaba el planeta, sus contradicciones, sus guerras, los dramas, las gente de a pie que muere por que se muere. Ahora que me entero que lo están velando en un hospital de Varsovia, debo contarles que el viejo era comunista religioso y ateo gracias a Dios.




Que viajó por todo el mundo y que le otorgó dignidad a la profesión que amamos. Hace un par de años, en una entrevista en la televisión mexicana, contaba que había descubierto el ardid del mimetizarse con los alzados en armas y los humildes. Por eso observaba la realidad con transparencia, sin prejuicios, con pasión pero sin perder aquella línea imperceptible del ser gente de prensa y ser soldado de la paz. Por eso fue autor de un libro clásico: “Los cínicos no sirven para este oficio”.




En su último texto, “Viajes con Heródoto”, nos traslada con la luz de historia desde lo profundo de la India a la China pasando por Àfrica y lo que fue la URSS. Calmo, dejó en ese mensaje la mirada de los maestros que entiende a la densidad humana con la ternura del que explica la realidad sin fundamentalismo y rabietas y que ensaya una reflexión lejos de las prisas y las imprecisiones. Kapuscinski no temió estar frente al carnicero de Etiopía, Selassie, el Sha de Irán ni frente a cualquier dictador de pacotilla porque sabía que eran mortales.




Y así nos enseño de la vulnerabilidad del poder y de la mariconada de los cortesanos y traidores. Para los que lo admiramos, en la universidad y con mis alumnos, esta no es una noche cualquiera. Ha muerto un ser humano sensible y comprensivo, culto y mediático ejemplar. No digo más. Ya no quedan como él y todos seremos libres sólo con él.




[Publicado en el diario La República en enero del 2007]

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