lunes, octubre 16, 2006

ALMAS INMORTALES 1: QEPD. CECILIA BUSTAMANTE



El Adios a una poeta

Dueña de aquel sabor dorado que acaricia a las mujeres, salva su ambicioso corazón y lo colma de fulgores de la vida

Hace un par de días, mi amigo Yasser Gómez de la Revista Matiátegui me escribía: «Eloy sé que ere un tipo muy ocupado, pero creo que podrías escribirte algo sobre la poeta Cecilia Bustamante, recientemente fallecida. Saludos, espero tu respuesta: Yasser. Maestro, toda promesa es deuda. Le adjunto un fragmento de uno de mis poemas y una nota amplia escrita por Max Silva Tuesta sobre su fibra de poeta y a quien tanto recordaremos».

Cuarto de caza

[a la manera de J. Alfred Prufrock]


1.

Y otra vez esa lengua en mi boca, el óxido
de tus vapores como esa niebla, la atarraya a sotavento
Aquel fraseo que cuela el tedio y no halla la luz
Qué hago para olvidar esa mañana entre las piedras
El mar que tasajeaba nuestras orillas de oleadas pardas
Tu advertencia del odio precoz y sus alzadas primaveras
Los crustáceos podridos y su tufo al barro desconfiado
El oleaje es pleno en perplejidad según su lencería
Yo que te nadaba en sílabas de los polvos repentinos, y
Los veraneantes nos desafían en los muelles de cenizas.
De la mano, extendidos en la arena, junto a ti y a mi
Qué cielos le daban ese tinte caramelo a tu mirada.



Y otra vez el cuerpo fresco cual papiro sin encantos
Ese espasmo a gorrión traza curvada la mañana
Marchito del lenguaje de mi pellejo asas memorizado
Vientos de abril, cometa del primer hijo. Qué de fotos y acné
Ese verano desollaba el montepío del amor huesudo
Y cuán viejos descubrimos las constelaciones del asombro
Tu mirada a vajilla petrificada, aquel sebo de rutinas
Y uno exigiendo que se marche la marea y tus galeones
Al sur, instalados en la mar del ciento por ciento
Frente a las fuentes del ojo de pescados vi tu lágrima
Y una historia que no acabo de saber por más señales
Vida de mierda como una tarde de pañales y agua de azahar.
[Eloy Jáuregui / "Maestranza" ]

i.m. Cecilia Bustamante

Nació en Lima en 1932. Primera mujer galardonada con el Premio Nacional de Poesía del Perú (1965). Selecciones de sus poemas han sido traducidos al Inglés, Francés, Alemán, Italiano, Sueco, Flamenco, Portugués y Rumano. Su poema “El Astronauta” (1963) está incluido en el Archivo de la Era Espacial del Smithsonian Institute, Air & Space Museum. Ha vivido en México, España. Reside actualmente en los Estados Unidos. Ha representado al Perú, Texas, y los EE.UU en reuniones internacionales de su especialidad. Ostenta el prestigioso “Leadership Award, Austin, Texas, 1993. La poesía, periodismo, organización y desarrollo comunal, son sus actividades fundamentales actualmente. A lo largo de su carrera se especializó en Políticas Culturales, Desarrollo Sostenible, Asuntos de la Mujer, Derechos Humanos, Desarrollo Sostenible. Era reconocida como dirigente comunitaria. Fue Comisionado de Arte de la Ciudad de Austin en dos ocasiones (cargo político), Miembro de la RUDAT Commission de Austin (informe para el rediseño del casco urbano comercial y cultural), Comité de Implementación. Descanse en paz.
Escribe Max Silva Tuesta


Se ha dicho que la Cronología y la Geografía son los dos ojos de la Historia. Yo digo ahora que mi anfitrión, el poeta Marco Martos, se constituye en mis dos ojos a la hora en que espero marchar correctamente por los predios de la poesía. De ahí que leyera con avidez su Llave de los sueños con la que abre el número uno de Documentos de literatura, número dedicado a “La generación del cincuenta”. En la primera página de Llave de los sueños, Marco Martos dice, a la letra: “Todos los poetas a los que consideramos en este trabajo nacen entre 1917 (Mario Florián) y 1931 (Manuel Velásquez).”1 Tácitamente, pues, todos los poetas nacidos después de 1931 deberían pertenecer a la generación del 60 en adelante. Como Cecilia Bustamante y Moscoso 2 nació en 1932, su poesía debería ser la puerta de entrada de la llamada “generación del sesenta”.
No hace más de dos años, el propio Marco Martos me recomienda que adquiera el libro Generación poética peruana del 60 3. Para mi sorpresa, a pesar de ser sexagenario y ya nada debía sorprenderme, el libro comienza con la poesía de Arturo Corcuera, nacido en 1935. En conclusión, Cecilia Bustamante no existía como poeta, ella y los nacidos entre los años 32 y 34.

Al medio, en el Cusco con la poeta Blanca Varela


Así las cosas, apelo al libro La generación del 50: un mundo dividido de Miguel Gutiérrez. Contrario a Marco Martos, Gutiérrez estira más bien la cronología demasiado hacia delante para incluir en ella a Mario Vargas Llosa, nacido en 1936. De este modo, los de la generación del 60, por obra y gracia de Miguel Gutiérrez, nos hemos quedado sin el mejor de nuestros novelistas.

Aquí sí –me refiero al libro de Miguel Gutiérrez- se encuentra el nombre de Cecilia Bustamante, pero solamente el nombre, entre muchos otros que, en conjunto, parecen conformar los huesos de una fosa común. Luego de consultar el índice onomástico, sí, Cecilia Bustamante está ubicada en la cabalística página cincuenta, entre los que el autor llama “la tercera generación [que] estaría integrada por Oswaldo Reinoso, Enrique Congrains, Antonio Gálvez Ronceros, Luis Alvarado, Cecilia Bustamante, Luís Loayza, Arturo Corcuera y Mario Vargas Llosa [...], nacidos entre 1931 –1935”.

No sé si Miguel Gutiérrez ha leído los libros de cada uno de los integrantes de la generación del cincuenta. Por lo menos a Cecilia Bustamante parece haberla leído. De otro modo no se explica que haya titulado su novela La violencia del tiempo, utilizando uno de los tantos versos escritos por Cecilia Bustamante, exactamente dos años antes que apareciera dicha novela 5, sin que su autor dejara constancia, ya no digamos que por honradez intelectual, sino por simple cortesía, que el nombre La violencia del tiempo pertenece en realidad a Cecilia Bustamante y Moscoso.

Hace muy poco tiempo conocí a Cecilia Bustamante en casa de un gran amigo, el poeta y profesor universitario Aníbal Portocarrero quien, a la vez que me presentó a la poeta, me obsequió un poemario de ella: Nuevos poemas y audiencia 6, libro con el que su autora ganó en 1965 el Premio Nacional de Poesía.
De inmediato me llamó la atención el poema “Audiencia” y, según una vieja costumbre mía, leí el comienzo y el final del mismo. Debo confesar que, para mi sorpresa, experi¬menté lo que se conoce con el nombre de déjà vu: “Lo ya visto [que], consiste en que el sujeto, al ver por primera vez un objeto, un paisaje, cualquier cosa, tiene la impresión viva [...] de haberlo visto ya en idéntica situación de conjunto, sabiendo al mismo tiempo que no es así”.

Está demás decir que nunca había leído “Audiencia” y que, no bien pude hacerlo, cotejé el comienzo y el final de este poema con el comienzo y el final de Cien años de soledad. En tal cotejo encontré la clave de mi supuesto déjà vu que, en este caso concreto, habría que llamarlo más bien “lo ya leído”.

Parifiquemos. ¿Cómo comienza Cien años de soledad? Con esta frase: “Muchos años después”. ¿Y cómo comienza“Audiencia”? Con una expresión semejante: “Un siglo más tarde”, verso de la primera estrofa, la cual termina con este verso sorprendente, por decir lo menos: “estará sujeto, cien años después”. Veamos ahora la parte final de cada libro. En Cien años de soledad, se lee: “pues estaba previsto que la ciudad de los espejos [...] sería arrasada por el viento”. En “Audiencia”, se lee: “Egipto y el bisonte / helaron su huella bajo tierra / en un cataclismo que el polvo fijó”.

A pesar de que Cecilia Bustamante se anticipó dos años a ese comienzo y a ese final portentosos de Cien años de soledad, nadie en su sano juicio podría aseverar que el novelista colombiano pudo haber atado influenciado por la poeta peruana; sin embargo, de haber ocurrido al revés, siempre en términos cronológicos, se hubiera hablado sin empacho alguno de una influencia decisiva de García Márquez sobre Cecilia Bustamante, desbarrando, por supuesto, una vez más, los presuntos críticos.

Para nosotros, este hecho se trata simplemente de que estamos frente a dos creadores que, cada uno a su modo, trata sobre el gran tema del TIEMPO y, ciertamente, sobre los estragos que ese TIEMPO produce mientras transcurre, como fatalmente tiene que transcurrir, sin que nadie ni por asomo pueda hacer nada para que suceda lo contrario: “Así es la dimensión en que el hombre se mueve”, diría Cecilia Bustamante, o también:

Los que vienen y

se van
con sus
pequeñas vidas,
nos dicen adiós.

Leer más en : http://poetas.com/


1 comentario:

alicia-jakelyn dijo...

Hola Eloy:
aki te extrañamos mucho, del cebichito solo falta la fecha exacta porque de k sale , definitivamente sale... obvio que acompañado de unas chevechitas :)
Ali
besitos