jueves, octubre 26, 2006

PREMIOS: EL ÚLTIMO AMANTE DE ESTAMBUL




UN NÓBEL POR DOS CULTURAS

¿Quién es Orhan Pamuk? Nada, un escritor turco de 54 años que ahora es Premio Nóbel. Dizque le otorgaron el galardón por esa especial intención de valorar su compromiso con el diálogo entre sus culturas y por sus acciones concretas en la lucha contra la pobreza. ¿Sólo por eso? No señora. Además, la obra de Pamuk tiene como referencia la escritura urbana, la sintaxis de la ciudad de Estambul, emblemática gografía o punto de encuentro entre la cultura occidental y la cultura oriental. El escritor turco tuvo además la valentía de describir y denunciar rasgos extremos del nacionalismo de su país, como la negación del genocidio armenio, y sufrió represalias que sin embargo lo proyectaron como un intelectual reconocido fuera de su país aunque poco traducido al español.


Orhan Pamuk es reseñado en los “medios” de una manera casi uniforme, ¡qué raro verdad! Se dice de él, que nació el 7 de junio de 1952 en Estambul, Turquía, que “es uno de los más destacados autores de la literatura actual en lengua turca". Su obra ha sido traducida a 34 idiomas, y publicada en un centenar de países distintos. Ha recibido numerosos galardones internacionales, entre ellos el premio France-Culture, en 1995; el premio al mejor libro extranjero del New York Times, en 2004 y el premio de la Paz de los libreros alemanes en 2005. En Turquía el hombre es un valor y ha obtenido tres grandes premios literarios, dos de ellos son: en 1979 Milliyet Yayinlari Roman Yarismasi —Certamen de novela Milliyet— por su novela Karanlik ve Isik (Ex aequo) y en 1984, Madarali Roman Ödülü —Premio novelístico Madarali— por su novela Sessiz Ev. En Francia acaba de obtener (a finales del 2005) el prestigioso premio Médicis extranjero, por su última novela: Kar (Nieve).
Orhan Pamuk ha sido traducido a 30 idiomas. Considerado como un vínculo entre Oriente y Occidente, sin embargo ha sido tachado de traidor en su país por haber denunciado las matanzas de kurdos y armenios.


Turquía
por Orhan Pamuk.
“He pasado mi vida en Estambul, en la costa europea de esta ciudad, en las casas cuyas fachadas dan a la costa de enfrente: Asia. Habitar cerca del agua, observar la orilla de en frente, el otro continente, me recordaba sin cesar mi lugar en el mundo, y eso estaba bien. Luego un día, construyeron un puente que unió las dos orillas del Bósforo. Cuando subí al puente y observé el paisaje, comprendí que aquello era aún mejor, que era aún más bello ver las dos orillas al mismo tiempo. Comprendí que lo mejor era ser un puente entre las dos orillas. Dirigirme a las dos orillas, sin pertenecer completamente ni a una ni a la otra, me revelaba el más bello de los paisajes”.



Pamuk, de 54 años, recibirá el galardón como escritor que "en búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal ha encontrado nuevos símbolos para reflejar el choque y la interconexión de las culturas", según la explicación del veredicto. El galardón está dotado con 10 millones de coronas suecas (1,1 millones de euros), y se entregará el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nóbel, fundador de los premios.

Pamuk, colocado por la crítica entre los grandes autores del Siglo XX, como el argentino Jorge Luis Borges o el italiano Italo Calvino, se dio a conocer internacionalmente a principios de los años 90 gracias a dos obras: El libro negro (1990) y El astrólogo y el sultán. Oriente y Occidente en el imperio otomano (1991), muy elogiadas por el escritor estadounidense John Updike. En la primera de ellas, llevada al cine por su compatriota Omer Kavur como El rostro secreto (1991), el propio novelista hizo el guión de la cinta.


Arquitectura y Periodismo

Nacido el 7 de junio de 1952 en Estambul, donde ha pasado toda su vida, excepto tres años que residió en Nueva York (EEUU) y cortas estancias en Alemania, estudió en la Universidad Técnica de Arquitectura y de Periodismo en la capital turca y, a partir de 1974, comenzó a publicar sus primeras novelas.

Se estrenó como escritor con Cevdet y sus hijos (1982), que fue Premio Orhan Kemal de Novela en 1983, y a la que siguió La casa del silencio (1983), que obtuvo el Premio Madarali (1984) y cuya traducción al francés recibió en 1991 el Premio del Descubrimiento Europeo.

Acusado de traición

Sus libros impactan por su fuerte compromiso social, en los que aborda con frecuencia los antagonismos entre el Este y el Oeste, la tradición y la modernidad. Durante la entrega del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes (2005), se refirió a la adhesión turca a la UE y también criticó la actitud de algunos estados miembros por una reticencia que Pamuk, considera, va más allá de la deficiencia democrática de su país, desacreditando la cultura y el pueblo turcos.

Este intelectual, incómodo para Turquía por su voz independiente frente a la presión militar e islamista, fue acusado de traición por unas declaraciones de febrero de 2005 a la prensa suiza en las que responsabilizó directamente a Turquía de la matanza de armenios y kurdos en 1915. "Un millón de armenios y 30.000 kurdos han sido asesinados en estas tierras, pero nadie más que yo se atreve a decirlo", dijo a la revista.

El caso provocó tanto estupor internacional que escritores de gran peso firmaron una declaración de apoyo a Pamuk acusando al Gobierno turco de no respetar los derechos humanos. El juicio al escritor fue aplazado y en enero de 2006 el Ministerio de Justicia turco promovió el archivo definitivo de la causa.

Su Estambul, allá donde está su escritura
UNA ENTREVISTA

- Sus novelas no sólo habla de la situación política y religiosa en la actual Turquía, también habla del amor y de la amistad. ¿Usted cree que el amor y la amistad son los mejores instrumentos para la lucha contra el fanatismo, la represión o simplemente los malos momentos?
- Sí, de hecho, aunque ésta sea una novela política, sobre gente que está muy concientizada políticamente o que manifiesta su rabia a través de la política, el narrador, Ka, es muy similar al narrador de otro libro mío, Orhan, y ambos tienen un punto de vista más distanciado. Los narradores no viven la política tanto como la vive la gente del pueblo o los que son más políticos. El texto, de alguna forma, recuerda al lector que aunque se trata de un libro enormemente político, el escritor o el narrador no creen tanto en esto. De hecho, se dan a entender otras cosas con un toque de humor. Pero se comprende que esta furia política, esta obsesión política, es algo que surge por todas partes, mientras que el punto de vista del narrador es mucho más moderado, porque el narrador tiene la sabiduría del hombre que no se toma las cosas tan en serio. Es decir, es una novela política escrita por alguien que no cree tanto en la política, pero que la considera como una especie de destino inevitable que no le gusta.
- Su historia también refleja el conflicto entre la Turquía urbana y proeuropea y, por otro lado, el país islamista rural. ¿No existe una solución a este enfrentamiento?
- Mire, este libro no trata de soluciones. Le pondré un ejemplo más claro, está el asunto del velo, que todavía es un problema muy grande en Turquía. Los periodistas turcos me preguntaban por el libro y me decían que yo había definido la postura política de todo el mundo intentando identificarme con todas las personas. Con las niñas, con los laicos, con la gente como Ka, etcétera. Así que me preguntaban: ¿cuál es tu punto de vista?, ¿cuál es la solución? Y mi respuesta es que este libro no pretende solucionar los problemas de Turquía o imponer soluciones a los problemas políticos de Turquía. De lo que se trata en este libro es de comprender a la gente que ha quedado totalmente atrapada por estos problemas de laicismo, islamismo político, modernidad, tradición, amor a la familia y la imposición de una manera de pensar, vestir, hacer...


Su autobiografía

Aparte de las novelas citadas, Pamuk ha publicado La vida nueva (1994), Me llamo Rojo (2002) y Nieve (2004). Su última obra, un libro sobre Estambul, ha terminado siendo una autobiografía, con lo que ha cumplido su "destino incuestionable": escribir sobre la ciudad donde vive desde que nació, añadiendo una buena dosis de memoria, pensamiento y filosofía para que diera como resultado Estambul. Ciudad y recuerdos.
"Lo que me ha determinado ha sido permanecer ligado a la misma casa, a la misma calle, al mismo paisaje, a la misma ciudad. Es lo que ha formado mi carácter", reconoció el pasado septiembre en un encuentro con periodistas.
Entre los reconocimientos que ha recibido, figuran los Premios al Mejor Libro Extranjero en Francia (2002), Grinzane Cavour en Italia (2002), Internacional IMPAC de Dublín (2003), Médicis de Francia (2005) a la mejor novela extranjera por Nieve, Ricarda Huch de Alemania (2005) y el de la Paz de los Libreros Alemanes (2005.)

lunes, octubre 16, 2006

ALMAS INMORTALES 1: QEPD. CECILIA BUSTAMANTE



El Adios a una poeta

Dueña de aquel sabor dorado que acaricia a las mujeres, salva su ambicioso corazón y lo colma de fulgores de la vida

Hace un par de días, mi amigo Yasser Gómez de la Revista Matiátegui me escribía: «Eloy sé que ere un tipo muy ocupado, pero creo que podrías escribirte algo sobre la poeta Cecilia Bustamante, recientemente fallecida. Saludos, espero tu respuesta: Yasser. Maestro, toda promesa es deuda. Le adjunto un fragmento de uno de mis poemas y una nota amplia escrita por Max Silva Tuesta sobre su fibra de poeta y a quien tanto recordaremos».

Cuarto de caza

[a la manera de J. Alfred Prufrock]


1.

Y otra vez esa lengua en mi boca, el óxido
de tus vapores como esa niebla, la atarraya a sotavento
Aquel fraseo que cuela el tedio y no halla la luz
Qué hago para olvidar esa mañana entre las piedras
El mar que tasajeaba nuestras orillas de oleadas pardas
Tu advertencia del odio precoz y sus alzadas primaveras
Los crustáceos podridos y su tufo al barro desconfiado
El oleaje es pleno en perplejidad según su lencería
Yo que te nadaba en sílabas de los polvos repentinos, y
Los veraneantes nos desafían en los muelles de cenizas.
De la mano, extendidos en la arena, junto a ti y a mi
Qué cielos le daban ese tinte caramelo a tu mirada.



Y otra vez el cuerpo fresco cual papiro sin encantos
Ese espasmo a gorrión traza curvada la mañana
Marchito del lenguaje de mi pellejo asas memorizado
Vientos de abril, cometa del primer hijo. Qué de fotos y acné
Ese verano desollaba el montepío del amor huesudo
Y cuán viejos descubrimos las constelaciones del asombro
Tu mirada a vajilla petrificada, aquel sebo de rutinas
Y uno exigiendo que se marche la marea y tus galeones
Al sur, instalados en la mar del ciento por ciento
Frente a las fuentes del ojo de pescados vi tu lágrima
Y una historia que no acabo de saber por más señales
Vida de mierda como una tarde de pañales y agua de azahar.
[Eloy Jáuregui / "Maestranza" ]

i.m. Cecilia Bustamante

Nació en Lima en 1932. Primera mujer galardonada con el Premio Nacional de Poesía del Perú (1965). Selecciones de sus poemas han sido traducidos al Inglés, Francés, Alemán, Italiano, Sueco, Flamenco, Portugués y Rumano. Su poema “El Astronauta” (1963) está incluido en el Archivo de la Era Espacial del Smithsonian Institute, Air & Space Museum. Ha vivido en México, España. Reside actualmente en los Estados Unidos. Ha representado al Perú, Texas, y los EE.UU en reuniones internacionales de su especialidad. Ostenta el prestigioso “Leadership Award, Austin, Texas, 1993. La poesía, periodismo, organización y desarrollo comunal, son sus actividades fundamentales actualmente. A lo largo de su carrera se especializó en Políticas Culturales, Desarrollo Sostenible, Asuntos de la Mujer, Derechos Humanos, Desarrollo Sostenible. Era reconocida como dirigente comunitaria. Fue Comisionado de Arte de la Ciudad de Austin en dos ocasiones (cargo político), Miembro de la RUDAT Commission de Austin (informe para el rediseño del casco urbano comercial y cultural), Comité de Implementación. Descanse en paz.
Escribe Max Silva Tuesta


Se ha dicho que la Cronología y la Geografía son los dos ojos de la Historia. Yo digo ahora que mi anfitrión, el poeta Marco Martos, se constituye en mis dos ojos a la hora en que espero marchar correctamente por los predios de la poesía. De ahí que leyera con avidez su Llave de los sueños con la que abre el número uno de Documentos de literatura, número dedicado a “La generación del cincuenta”. En la primera página de Llave de los sueños, Marco Martos dice, a la letra: “Todos los poetas a los que consideramos en este trabajo nacen entre 1917 (Mario Florián) y 1931 (Manuel Velásquez).”1 Tácitamente, pues, todos los poetas nacidos después de 1931 deberían pertenecer a la generación del 60 en adelante. Como Cecilia Bustamante y Moscoso 2 nació en 1932, su poesía debería ser la puerta de entrada de la llamada “generación del sesenta”.
No hace más de dos años, el propio Marco Martos me recomienda que adquiera el libro Generación poética peruana del 60 3. Para mi sorpresa, a pesar de ser sexagenario y ya nada debía sorprenderme, el libro comienza con la poesía de Arturo Corcuera, nacido en 1935. En conclusión, Cecilia Bustamante no existía como poeta, ella y los nacidos entre los años 32 y 34.

Al medio, en el Cusco con la poeta Blanca Varela


Así las cosas, apelo al libro La generación del 50: un mundo dividido de Miguel Gutiérrez. Contrario a Marco Martos, Gutiérrez estira más bien la cronología demasiado hacia delante para incluir en ella a Mario Vargas Llosa, nacido en 1936. De este modo, los de la generación del 60, por obra y gracia de Miguel Gutiérrez, nos hemos quedado sin el mejor de nuestros novelistas.

Aquí sí –me refiero al libro de Miguel Gutiérrez- se encuentra el nombre de Cecilia Bustamante, pero solamente el nombre, entre muchos otros que, en conjunto, parecen conformar los huesos de una fosa común. Luego de consultar el índice onomástico, sí, Cecilia Bustamante está ubicada en la cabalística página cincuenta, entre los que el autor llama “la tercera generación [que] estaría integrada por Oswaldo Reinoso, Enrique Congrains, Antonio Gálvez Ronceros, Luis Alvarado, Cecilia Bustamante, Luís Loayza, Arturo Corcuera y Mario Vargas Llosa [...], nacidos entre 1931 –1935”.

No sé si Miguel Gutiérrez ha leído los libros de cada uno de los integrantes de la generación del cincuenta. Por lo menos a Cecilia Bustamante parece haberla leído. De otro modo no se explica que haya titulado su novela La violencia del tiempo, utilizando uno de los tantos versos escritos por Cecilia Bustamante, exactamente dos años antes que apareciera dicha novela 5, sin que su autor dejara constancia, ya no digamos que por honradez intelectual, sino por simple cortesía, que el nombre La violencia del tiempo pertenece en realidad a Cecilia Bustamante y Moscoso.

Hace muy poco tiempo conocí a Cecilia Bustamante en casa de un gran amigo, el poeta y profesor universitario Aníbal Portocarrero quien, a la vez que me presentó a la poeta, me obsequió un poemario de ella: Nuevos poemas y audiencia 6, libro con el que su autora ganó en 1965 el Premio Nacional de Poesía.
De inmediato me llamó la atención el poema “Audiencia” y, según una vieja costumbre mía, leí el comienzo y el final del mismo. Debo confesar que, para mi sorpresa, experi¬menté lo que se conoce con el nombre de déjà vu: “Lo ya visto [que], consiste en que el sujeto, al ver por primera vez un objeto, un paisaje, cualquier cosa, tiene la impresión viva [...] de haberlo visto ya en idéntica situación de conjunto, sabiendo al mismo tiempo que no es así”.

Está demás decir que nunca había leído “Audiencia” y que, no bien pude hacerlo, cotejé el comienzo y el final de este poema con el comienzo y el final de Cien años de soledad. En tal cotejo encontré la clave de mi supuesto déjà vu que, en este caso concreto, habría que llamarlo más bien “lo ya leído”.

Parifiquemos. ¿Cómo comienza Cien años de soledad? Con esta frase: “Muchos años después”. ¿Y cómo comienza“Audiencia”? Con una expresión semejante: “Un siglo más tarde”, verso de la primera estrofa, la cual termina con este verso sorprendente, por decir lo menos: “estará sujeto, cien años después”. Veamos ahora la parte final de cada libro. En Cien años de soledad, se lee: “pues estaba previsto que la ciudad de los espejos [...] sería arrasada por el viento”. En “Audiencia”, se lee: “Egipto y el bisonte / helaron su huella bajo tierra / en un cataclismo que el polvo fijó”.

A pesar de que Cecilia Bustamante se anticipó dos años a ese comienzo y a ese final portentosos de Cien años de soledad, nadie en su sano juicio podría aseverar que el novelista colombiano pudo haber atado influenciado por la poeta peruana; sin embargo, de haber ocurrido al revés, siempre en términos cronológicos, se hubiera hablado sin empacho alguno de una influencia decisiva de García Márquez sobre Cecilia Bustamante, desbarrando, por supuesto, una vez más, los presuntos críticos.

Para nosotros, este hecho se trata simplemente de que estamos frente a dos creadores que, cada uno a su modo, trata sobre el gran tema del TIEMPO y, ciertamente, sobre los estragos que ese TIEMPO produce mientras transcurre, como fatalmente tiene que transcurrir, sin que nadie ni por asomo pueda hacer nada para que suceda lo contrario: “Así es la dimensión en que el hombre se mueve”, diría Cecilia Bustamante, o también:

Los que vienen y

se van
con sus
pequeñas vidas,
nos dicen adiós.

Leer más en : http://poetas.com/


miércoles, octubre 11, 2006

ESTOY ENAMORADO DE MI PAÍS: POETA Y SEÑORA


BLANCA VARELA
ESE RELÁMPAGO INMORTAL

La peruana Blanca Varela es la primera mujer
que gana el Premio Lorca de Poesía


Acaba de llegar la noticia desde Granada. Otro premio más para las letras peruanas. Un reconocimiento a una mujer ejemplar. Una dama, madre y señora que hace de la poesía esa luz inmortal para hallar la armonía de los seres y que en la balsa de sus sueños sigue creando universos inmarcesibles y que cada vez resplandecen con mayor fulgor. [Eloy Jáuregui].

El Cable dice así. Que la poeta peruana Blanca Varela se ha convertido en la primera mujer que gana el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, dotado con 50.000 euros, y a cuya tercera edición concurrían 33 candidatos, informó el presidente del jurado, José Torres Hurtado.

Entre los que optaban al galardón figuraban además algunos de los poetas de habla hispana más relevantes del momento, como Mario Benedetti, Ernesto Cardenal, José Manuel Caballero Bonald, Diana Bellesi, Francisco Brines y dos granadinos, Rafael Guillén y Antonio Carvajal.
El jurado, presidido por el alcalde, José Torres Hurtado, lo componían el poeta asturiano Angel González -ganador de la pasada edición- un representante de la Casa de América y otro de la Residencia de Estudiantes, Laura García Lorca, sobrina del poeta y directora de la Huerta de San Vicente, el
presidente de la Fundación Generación del 27, el de la Academia de Bellas Letras de Granada y el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, Álvaro Salvador.


[POEMA]
Juego amoroso

Por Blanca Varela


Las manos a la altura del aire
a dos o tres centímetros del vacío
no se mirará nada preciso
la polvareda que pasa
el inesperado cortejo de plumas
arrancadas al vuelo la nubecilla rosada
y tonta que ya no es el cierraojos
y el ábrelos en la breve opacidad
de una luz que no se ve
y el sueño pies de goma y azules
y brillantes las estrellas
rientes párpado sobre párpado
labio contra labio
piel demorada sobre otra llagada
y reluciente hogueras eso haremos a solas.

miércoles, octubre 04, 2006

ESTOY ENAMORADO DE MI PAÍS 8: POLLERÍAS




EL PERÚ NORKY'S
Chilla por el Pollo a la Brasa

Nuestra noble y bien peruana ave al fuego, girando cual vía lactea
en torno a las candelas tutelares, ha cumplido más de medio siglo derramando sus sabores. Este es un tardío pero merecido homenaje sápido a su historia y a su impronta actual y que no joda el cebiche que ya fue porque el Plato Nacional es el Pollo a la Brasa, aquí y acullá, en Surquillo, Iquitos, Chimbote o en Tacna.

La culinaria es arte. ¿y cómo no? Se nace cocinero, como se nace zambo o cholo o moreno o blanco cabeceado o blanquiñoso.¡Es un don de natura!

[Adán Felipe Mejía, El Corregidor]

Por Eloy Jáuregui
+
Pollo a la brasa sin Inca Kola no es pollo

1 Suizos y puruchucos. Mi infancia tiene aroma a Pollo a la brasa. El Perú desde mediados de los cincuenta, también. Hablar del presidente Manuel A. Odría es referirse, claro que sí, al origen del potaje en base a ese pichón de gallo, en cueros, derramando aceites deleitosos y girando sobre el fuego en esa maquina que los naturales llamaban rotombo [el suizo Franz Ulrich apenas lo modificó]. En el edificio recién inaugurado de la avenida Primavera, vivíamos en ese entonces sobre la emblemática pollería "La Cumbre" en el leyensoso Surquillo. El amor empalaga a veces, los pollos jamás. Y mucho menos aquellos que se presentaban con elegancia huancaína, en coquetas canastas como aquella de mimbre chúcaro donde abandonaron al pequeño Moisés.

"La Cumbre" pertenecía a Mauro Pelayo, un mozo tránsfuga que había militado en los años cincuenta en las huestes del restaurante campestre "La Granja Azul", en los extramuros de Lima, camino a "Los Cóndores" de Chaclacayo, al fondo de las huertas de la hacienda Santa Clara. Pelayo aceptaba a regañadientes que el ciudadano suizo Roger Schuler era el iluminado inventor del ya solicitado Pollo a la brasa. Schuler había llegado a Lima con un grupo de hoteleros suizos a hacerse la América. Un domingo de campo, Roger y su conciudadano Mario Bertoli Demarchi fueron testigos del acto supremo de una matrona allá en Santa Clara, ensartando a los pollos bebés y de leche por su justo medio en un hierro de más de un metro y haciéndolos girar sobre las brasas de la leña del molle lugareño, preparar un manjar propio de los dioses alquimista de la comarca preinca de Puruchuco.
El plato nacional, para ricos y pobres
En ese instante nació el Pollo a la brasa. Suizos y peruanos, en la síntesis de un mestizaje inmarcesible, prensil y casual como la mayoría de mestizajes. Cierto, aquel detalle de las ensaladas -sólo lechugas y tomates frescos del campo- con una vinagreta alpina eran de su cosecha, mas el ingrediente tutelar de las papas fritas quedó como el aporte nacional de nuestro tubérculo de bandera gracias a la resistencia del laborioso Pelayo.

A la Granja Azul llegaban los regios y familia. Aquellos pertenecientes al remanente social limeño, en ese tiempo, ya en fuga, que trepados en sus potentes Chevrolets caravans o los centelleantes Forts blueman bajaban en tropel a devorar las tiernitas aves aún de corral dando cuenta, de acuerdo a su entraña jurásica, a sus bajos instintos que los trastornaba a tal punto que se permitía coger las presas con las manos y a dentelladas, desgarrar las presas encarameladas con ajíes silvestre, muña y vinagres para terminar eructado a margaritas sobre los bien cuidados links del campo de golf. Ofíciese y regístrese.
Los Pollos Norky's, insuperables

2 Un tranvía de sabor. El «acoplado», el tranvía llamado deseo que ruteaba desde la Plaza San Martín y hasta la playa de La Herradura, tenía sus estaciones históricas. La del Estadio Nacional y su bar El Olímpico [3], donde mi padre perdió el poncho. El paradero del Cine México, para empalmar con los colectivos al burdel de junto al cerro en La Victoria. La estación de Marsano, que dividía con un navajazo la estirpe de Surquillo y Miraflores y, el paradero de San Eugenio, en Lince, donde una pollería con las primeras luces de neón en Lima anunciaba a los viandantes que ahí se había instalado un templo al Pollo a la brasa. Era de los llamadas Casa de Especiales. El establecimiento era monosápido y sólo atendía Pollos a la brasa. Qué duda cabe, alguien había traslado de La Granja Azul el modelo del aparato de las delicias, el rotombo. Éste, ya estaba perfeccionado, con motor y cadenas que hacían girar varios engranajes y a su vez, a los pollos un poco mayores y de mejor alzada pero igual, generosos en su líquidos, emulsiones y sabores intraducibles.
Almuerzo pitucoso con Pollos en la Granja Azul

En los cincuenta, Lima ya era otra ciudad. A su nuevo tejido social le entra por las fauces este hijo del gallo. Y el pollo es dúctil de carácter, fusible de espíritu y polisémico de carnes. No hay que olvidar reciente encuesta de Apoyo que habla que el segundo plato en preferencia de los peruanos, después del cebiche, es el Arroz con pollo. En el segundo gobierne de Manuel Prado, la capital rompe el corsé y se derrama por sus balnearios. La Granja Azul ya queda muy lejos pero aparece una alternativa, en la avenida Benavides -rodeada de algodonales y cañaverales-El Rancho. Con aire campestre, el local cuenta con golfito y parque infantil. Así lo idearon los hermanos Koler quien al asociarse a un peruano nikkei, como se dice ahora, la hicieron. Los Koler tienen visión urbana, al pollo le agregan un toque Disney pero su piedra angular es la máquina -el rotombo- de factura nacional, ahora con nuevo diseño de ladrillos y a corriente eléctrica.
3 Pollos y hostales. Existe en la memoria de los viejos límeños otros Pollos a la brasa como los aromáticos del Pío Pío del Óvalo Gutierrez, los grasosos de El Super Gordo de la avenida Abancay y los chiclosos de La Caravana de Pueblo Libre. Al final de cuentas, señora, de los hoy 49 distritos y 2 provincias de la Gran Lima, barrio que no tenga su pollería no es barrio. En todo caso, el boom de las pollerías es muy anterior al boom de los hostales. Así, sólo en el Perú existen instituciones como a] La pollería. b] La cebichería. C] Los chifas.
4 Hace un tiempo, la encuestadora IMA tuvo que aceptar que la pollería como organización ecumeniaca, desde el NSE A hasta el F, era el establishmen del jamar peruano. En los peldaños medios y altos ascendía a 78%, por encima de la preferencia de chifas (57%), pizzerías (37%) y fast food (16%).

Existieron focos de resistencia. En el Centro histórico, en La Colmena y frente al hotel Bolívar, argentinos, italianos y francesas quisieron impedir el huayco arrasador del Pollo a la brasa. En El Cortijo de la Plaza San Martín se lo servía con salsas insólitas. En el Bransa [el de la cocina Tavola calda] se lo obligaba a rostizarse. En El Arriero obligaban al pollo peruano a agarrar mariconada y se lo expendía al espiedo. Se pelaron. El pollo peruano tenía su nicho entre su casa de ladrillos y su rueda Chicago. Con papas nacionales y no como ahora, con tuberculos de Holanda y EE.UU. como ocurre en pollerías como La Caravana, en los casi 50 locales de Roky's, Chio's Chicken, El Pollón y Parrilladas Dallas (San Isidro), Tip Top (Lince, Miraflores, Surco). En los Norky's, las papas son de Ilave y aquello me llena de orgullo.
Pollos a la brasa, populares en Tokio

El caso de Norky's es singular porque impuso una tendencia. El Pollo a la brasa tipo geisha afrolatinocaribeñoamericana. Su cultor un joven profesional nikkey -no digo su nombre por eso de los secuestros- que regresó de Japón y la hizo. No tuvo más que juntar el trato primoroso nipón, una salsa hermética para que no se desprenda la piel -que le viene mal- del animalito, su cascada de reglamento y sus luces de un neón Pulp Ficcion. Así dominó la capital cuando aún se le tenía fe a Fujimori, saltó a provincias, conquistó los países vecinos y su franquicia hoy está sentada junto a Dios padre. De Rocky's no hablaré sólo por copiones.

Así es el pollo. Generoso y patriótico. A todas las mujeres que quise les pedía siempre la prueba del pollo después de una noche ciclónica. «Amooor, ¿me haces mi sopita de pollo?». Pobre de aquellas que no acertaban con los ponderados del kión, el apio y los canutos. Para ellas nunca fue mi cielo. Por eso hoy, el pollo ¡a la brasa! ya está luchando en el TLC, invadió Chile antes que los tanques de nuestra gloriosa FF.AA. y en Japón, según Fernando Sea, acaba de desplazar al mismísimo sashimi de tiburón. Larga vida pollo de mis amores. Ahora le falta al cuy.