SHAKIRA O LA PATAFÍSICA DE LA PELVIS
Y ella es la única estrella pop y además única rockera latina que brilla en cada rincón del planeta. Hace varios años que estaba aguardando este momento. Y ya está en pleno tour luego de su primera gira mundial del 2003. Cierto señora, apoyada en un año de ensueño que le ha servido para alimentar su estatus de leyenda viviente, y todo en apenas tres décadas de vida y hasta le ganó por muslos y cintura al Mundial de Fútbol de Alemania.
A ver para ver. ¿Usted conoce a Isabel Mebarak Ripoll? Yo sí. Ahora que hace de gata sexy, en cuatro patas sobre el escenario. Ahora juega a la seducción falaz, restregando su trasero por el tubo del micrófono para tumbarlo de un culazo. Ahora toca la danza del vientre y Copérnico y todos sus adláteres se pueden caer de poto. Ahora me enroscó en su cabello de caballa. En su cola de yegua alunada, en su crin vulvar erizada de ritmo. ¿Usted conoce a la Mebarak? Yo sí y la llamo como todos, a los suspiros, apenas Shakira.
Cada espectáculo es un orgasmo masivo y privado simultáneo. Ahora sacó su vena rockera y se cuelga de una guitarra de pedrería rosa fucsia para interpretar «Don't bother», uno de los éxitos de la versión inglesa de «Fijación oral». Ahora canta otros tantos «hits» del celebradísimo y calentísimo «La tortura». Y luego «Ciega, sordomuda», y después, los quiebros vocales de «Suerte» y al final, el broche de oro del «Hips don't lie». Yo la he visto desde mi dormitorio y por cable desde toda España. Y desde hace un tiempo, y así me quedo dormido solo, sólo soñando con ella, el más infiel de sus maridos anónimos.
Y Shakira utiliza todo el peso de su nombre para alzar la voz y defender los derechos humanos de los niños en su propia casa, Colombia, que hace cuatro décadas se desangra en un conflicto interno entre gobierno, paramilitares y guerrillas. Luego, tiene la humildad para aceptar que otros arriesgan más que ella en ese trabajo. «Hay gente que hace mucho más que yo (...), esos maestros rurales y religiosas que caminan kilómetros y kilómetros para llegar a zonas violentas en mi país». Así dijo el pasado abril en la ceremonia de los Billboard Latinos, cuando fue reconocida por su labor humanitaria con la Fundación Pies Descalzos.
Según la revista especializada Billboard, el tema que interpreta con el rapero Wyclef Jean «Hips Don't Lie» [Las caderas no mienten], sigue siendo el número uno de la lista de los «Hot 100» de audiencia radial en inglés y el líder también de la lista "Hot Latin Tracks" en las emisoras españolas. Pocos, casi nadie recuerda que esta doble hazaña, en el mercado en inglés y en español de Estados Unidos haya sido lograda antes por un artista latinoamericano con tanta contundencia.Casi todos los rijosos temas de Shakira son número uno también en las listas "Hot Digital Tracks" de Billboard, que registra las ventas en Internet, y la "Hot Digital Songs", las más escuchadas en la red. Y como Shakira satura con este éxito, es líder también en las listas "Pop 100" y "Pop 100 Airplay", que siguen la categoría pop.
QUE VENGA YA
Y alguien me dice que piensan traerla otra vez a Lima. Y me cortaré la yugular con el sobre de un profiláctico. Y vamos hombre, Shakira no es lo que se dice un cuerazo. Cierto, no tiene el trasero descomunal de Jennifer López ni los pechos perfectos de Cameron Diaz ni la conchudez cárnica de Salma Hayek, ni las cangallas hormonales de Eva Méndez, ni la talla arrechante de Eva Longoria, ni la ingenuidad lasciva de Thalía y menos el gel ardiente y vaginal de Jessica Alba.
Qué va. Casi inadvertida, puede pasar piola en tanga como una barranquina en la playa del Regatas o como una patita de jeans rotos en una disco del Bulevar del balneario de Asia. No obstante, le gusta a morir a un hijo de Piura como a una niña del colegio San Silvestre o a un chofer de combi.
Vende celulares, bebidas y jeans. Posee premios Grammys, MTVs y hace comerciales donde su pelvis musulmana es el gancho. Eso sí, sus abundantes logros la colocan hoy en día como una 'artista prodigio' y pertenece por su ADN más a la nueva movida colombiana –Carlos Vives, Aterciopelados, Juanes, Bacilos, Ana Sol—que al cartel de los herederos de Pablito Escobar. Es un orgullo mestizo latino contra el morbo hirsuto de los gringos.
Así fue desde aquella vez que Isabel Mebarak Ripoll se puso como chapa «Shakira», una buena hija colombiana de clase media –Barranquilla, 29 años, nació un 2 de febrero—, que actuó cuando niña para un grupo de mineros y a los 13 años convenció hormonalmente a un ejecutivo de la Sony Music con su inocente danza árabe donde su ombligo parecía el eje de una licuadora.
Yo recuerdo la última vez en el 2003. Ese sábado cuando a las 4 y 45 de la tarde aterrizó en el Jorge Chávez con su avión privado, su papa y mamá, su hermano Antonio y una delegación de 70 personas, y antes de trasladarse al Swissotel de San Isidro, le confesaría a un periodista inescrupuloso tipo Bayly, a cambio del berrido histérico de sus fans de Carabayllo y La Balanza de Comas, que amaba a los niños, que ya acumuló 8 novios aunque el oficial era Antonito de La Rúa y que le llegaba a la punta de su erectada nariz la virginidad.
Ya en la suite presidencial del hotel donde alguna vez depositó su dulce pellejo la diosa Claudia Schiffer, un botones le pasaría por lo bajo a la prensa de los diarios serios una lista que la «Llena de gracia» o «Diosa de la fortuna», que ‘eso’ quiere decir Shakira en libanés, había enviado desde Quito –ciudad que detesta por el olor a la carne mechada—en el que aparecía el rol de sus exigencias y donde destacaba la limosina que ocupa su doble, una mujer parecida a Shakira pero con mucho más vellos en las piernas, encargada a despistar a periodistas, fotógrafos y seguidores, mientras la cantante se desplaza en una camioneta 4X4 con su equipo de seguridad, bellos todo.
«La música de Shakira tiene una impronta personal que no se parece a la de nadie, y nadie la canta ni la baila como ella a ninguna edad con una sensualidad inocente que parece inventada por ella. Se dice fácil: ‘Si no canto me muero’. Pero en Shakira es cierto: si no canta no vive. Lo único que le devuelve la paz del espíritu es la soledad en medio de las muchedumbres. Una vez en el escenario no tiene el temor escénico, sino todo lo contrario: el terror de no estar allí. ‘Me siento –dice-- como un león en la selva’. Es uno de esos pocos espacios donde tiene la oportunidad real de mostrar lo que es, lo que ha sido, y lo único que será sin duda hasta la muerte». ¿Qué tal? Este texto no es mío, pertenece a Gabriel García Márquez, más que compatriota, viejo verde, tan rijoso como ese José Arcadio que se cortó un testículo frente a la estampita de Nuestra Señora del Orgasmo, obviamente, de espaldas.
Es que Shakira más que un fenómeno extraño es una mujer cómplice. Uno la siente al fondo trinal de cada verso como si la hubiera escuchado aún nonato en el vientre de la madre de uno. Es pop pero es más islámica. Su isla en todo caso es latinoamericana. ¿Cómo? Sí, tiene de árabe por morisca y tiene de mora por artista. De esta manera llegó de antiguo y en carabela. ¿Colón o Pinzón? Qué más da. Así se entronca a nuestras raíces musicales pero se engarza con mayor furor a nuestro canon alimenticio y sobre todo al código asolapado del sexo caliente del trópico, al tibio de las sabanas colombinas y al candente de nuestras arenas que se bañan en el Pacífico.
Y Shakira ha vendido hasta el cierre de esta edición más de 57 millones de discos en todo el mundo –incluyendo las disquerías de Bagdad--. Y dizque quiso ser psicóloga y seguro que Freud más que Jung se hubiera opuesto a su apuesta. De cantante y sin zapatos le va mejor sobre todo cuando ingresa a los paramos del trance y uno no sabe si está vacilándose en la ‘disco’ Kapital de Retablo o si se está fumando un porrito a la manera de Calamaro en un callejón de Tánger.
Shakira es única y personal y no se parece a nadie. Los master de la mercadotecnia saben que es negocio químicamente puro. Sus grabaciones y su look y sus siderales webs la muestran con esa extraña mezcla de niña que come con su mano y de mujer que todavía duda frente a ser una perdida de chongo de puerto o terminar de monja de clausura por culpa de un mal hombre con aire a periodista. Carne de las súper-ventas, su imagen es ambicionada por las principales empresas del planeta.
Pepsi le hacía tomar su gaseosa hasta que reviente, la marca de teléfonos celulares Nokia tenía una musiquilla de llamado con su éxito ‘Ojos Así’, los italianos del ayer Tim decían que, «con sólo llamar al 9798-9898 podrás hacer que Shakira te vea». Luego, Calvin Klein la contrató para que sus amplias caderas modelen su nueva línea de jeans. El pool de críticos de la revista original The Rolling Stone, afirmaban que Shakira se ha convertido en el Pokémon de la industria musical latinoamericana. Y ahora promociona, toda vestida de negro, una cámara digital que no quiero mencionar.
En su recordada «La gira de la mangosta» [léase mangosta como signo simbólico: un animalito –mamífero soñador-- que puede derrotar a una serpiente de una sola mordida], esa suerte de tour de force vitaminizado que no es otra cosa que una superproducción internacional –se había iniciado en noviembre del 2002 en San Diego, California y contemplaba un recorrido de conciertos en 30 países y 50 ciudades--. Esa vez contaba con un escenario de 350 metros cuadrados, que incluían pasarelas laterales entre el público, 35.000 kilos de material colgado del techo, 280.000 vatios de luz y sonido, más 130 personas involucradas en el montaje, así como 10 trailers y 7 autobuses para trasladar a todo el personal.
Y termino a la manera del «Gabo» quien hubiera escrito de esta manera ante la belleza especial de la barranquillera. Es que es muy difícil ser lo que Shakira es hoy en su carrera, no solo por su genio y su juicio, sino por el milagro de una madurez inconcebible a su edad. Cuesta trabajo entender semejante poder de creación compatible con sus trenzas negras de ayer, las rojas de hoy, las verdes de mañana. Se ve que es como ella quiso ser: inteligente, insegura, recatada, golosa, evasiva, intensa. Hija del trópico colombiano de hueso colorado, desde el mundo entero y desde las nubes de su Olimpo añora las huevas de lisa y el bollo de yuca, y una casa de techos muy altos que no ha podido comprar frente al mar, con dos caballos y mucha tranquilidad. Adora los libros, los compra, los acaricia, pero no tiene el tiempo que quisiera para leerlos. Anhela a los amigos que se le quedan en los adioses apresurados de los aeropuertos, pero sabe que no será fácil volver a verlos.
LA TORTURA ES MIRARTE
El preámbulo de esta gira fue de rechupete. Cerró el 2005 con su nuevo álbum en inglés, «Fijación Oral Vol. 2» que ya vendió más de medio millón de copias, y recibió un premio MTV europeo a mejor intérprete femenina con "Fijación Oral Vol. 1". El 2006 la recibió con un Grammy inglés por mejor disco rock alternativo, y en abril se llevó cinco Billboards Latinos, sola o con el español Alejandro Sanz, por su número «La tortura», confirmando ser la más vendida y la más escuchada en Estados Unidos.El mes siguiente hizo historia: "Hips don't lie", una canción medio reggaetón, medio salsa, y cantada a dúo con el haitiano Wyclef Jean, alcanzó el tope de los éxitos más populares en Estados Unidos tanto en la lista principal de Billboard como en la Latina. En medio de toda la vorágine, la reina del Pop-rock, que lanzó su primer disco a los 13 años de edad, ha sido capaz de mantener su vida sentimental en privado. Aunque de tanto en tanto da algún pequeño dato sobre su novio, Antonio de la Rúa, hijo del ex presidente argentino, y sobre una eventual boda que aún no se sabe dónde ni cuándo ocurrirá, la cantante le resta importancia al tema cuando se lo comenta a la prensa del corazón.
Ella dice que lo que hace con su cuerpo, pasando el umbral de su casa, es cosas de su vagina y su dueño. Que le mueva las menestras o que lo deje invalido es asunto de la prensa basura y no de gente decente como ese que es este cronista que repite y repite bien al Marqués de Sade. «Yo nos soy onanista pero si no paras de moverte, por ti seré.
Así que ya lo saben compañeros. Si la cobra Madonna está aún con vida, que ponga las mechas en remojo porque la mangosta Shakira viene con hambre y ya se tragó a otras culebras.
*LEER MÁS: En «EL más vil de los ofidios». Eloy Jáuregui. Alfaguara 2006.
3 comentarios:
Buena maestro!
Aunque creo que su página necesita urgente la ayuda de un diseñador gráfico. demasiados cambios de color en las letras como que dan un poco de dolor de cabeza. Tal vez entre sus alumnos de la U de Lima esté uno de esos loquitos del computo y por dos puntos en el exámen parcial le mejore la página. Un abrazo y a seguirle dando a la Shakira... perdón, a la escritura.
No obstante, le gusta a morir a un hijo de Piura como a una niña del colegio San Silvestre o a un chofer de combi.
Eso sin duda no lo niego,al contrario lo reafirmo,como piurano que soy.
como siempre: leerlo me produce una sensacion casi orgasmica.
www.saladeredaccion.tk
deangelesydemonios@hotmail.com
comunicacionpiura@yahoo.es
reynaldo cruz
¿Fantasía sexual?, inevitable.
¿Lomazo?, of course.
¿rockera? Come-fucking-on!
Publicar un comentario