miércoles, setiembre 13, 2006

LA RESPONSABILIDAD DE LOS PERIODISTAS: WALSH

RODOLFO WALSH

[1927-1977]


Periodismo o las armas del lenguaje


La reedición de Un oscuro día de justicia, uno de los grandes relatos de Rodolfo Walsh, no solo repone su potencia narrativa. También las tensiones entre literatura y política que acompañaron a un hombre que trajinó por las editoriales, el periodismo de investigación y la creación antes de entregarse a la militancia en Montoneros.



Toda una época se arremolinó en un hombre enjuto, con aire de trabajada determinación y rostro subrayado por anteojos: Rodolfo Walsh fue ese torbellino que en cincuenta años de vida (1927-1977), escribió, tradujo, compiló, denunció, militó y murió revólver en mano, en el barrio de Balvanera, cercado y rematado por esbirros de la ESMA.

Walsh, o sea: la escritura filosa y bien arriba. Walsh: el equilibrio inestable entre la culposa y obsesiva persecución de la forma y la convicción de que hay que dejarlo todo atrás, pues ni la más feroz acusación sirve si después "se sacraliza en arte". Walsh en la industria cultural, en los libros, en el flamígero y minucioso periodismo de denuncia, en la organización armada Montoneros.

Y ahora, Walsh por la vuelta: Ediciones de la Flor se apresta a reeditar Un oscuro día de justicia, gema de la serie de cuentos sobre el internado de chicos irlandeses. Junto con él, la recuperación de otro relato Zugzwang, donde la intriga la aporta el tablero de ajedrez. Para completar: un prólogo del maestro Jorge Lafforgue y la famosa entrevista que le realizara Ricardo Piglia para la revista Adán en 1970, sí, aquellla nota donde define y se define: "es imposible hoy en la Argentina hacer literatura desvinculada de la política".

Pero ¿había escrito Walsh una "literatura desvinculada de la política"? ¿Se autoflagelaba por eso, adentrado ya sin fisuras en la etapa sartreana y guevarista del compromiso? ¿Triunfó en Walsh el compromiso y entonces cabe la cristalización de su vida casi en contra de una obra? Pues no: a casi treinta años de su asesinato Walsh sigue plantándose entre contradicciones móviles, de esas que echan humo todavía.

La narrativa de Walsh reconoce como punto de partida la publicación del libro Variaciones en rojo (1953), tres relatos que rinden tributo a su gusto por el policial clásico. La escritura es aquí una continuidad de sus primeras inmersiones en el mundo editorial como traductor, corrector, asesor de colecciones y compilador. Es claramente el hijo pródigo de la relectura de la narrativa universal que encabeza Jorge Luis Borges recolocando a los anglosajones en el gusto argentino. Y como escritor también tributa a Georgie, al reconocer en Seis problemas para Isidoro Parodi (Borges- Adolfo Bioy Casares, 1942) el estreno nacional del género policíaco. Paradojas nacionales: ¿Es concebible el radicalizado Walsh sin el conservador Borges?

El policial le sirve a Walsh para hacer algunas indagaciones más existenciales que sociales La elección de género insiste en los relatos que serán recopilados en Cuentos para tahúres y otros relatos, algunos de ellos premiados en un par de concursos donde Borges y Bioy fueron los jurados. Pero en Los oficios terrestres (1965) el abanico se abre inficionado por la vida política: allí aparece el cuento Esa mujer, Eva Perón, por lo tanto, "con toda la muerte al aire"; allí también se publica Fotos, colage de imágenes narrativas deudoras de Joyce extraídas de un pueblo bonaerense en el que sopla un fascismo con olor a pasto. También el apunte vanguardista de El soñador y el vilipendiado mundo militar en Imaginaria. Y claro, el primer cuento de la saga de los internados Irlandeses detrás de un gato.

En Un kilo de oro, el siguiente libro de cuentos, el mundo rural reaparece en Cartas; la técnica del relato paralelo brilla en Nota al pie y los irlandeses trajinan de nuevo en Los oficios terrestres. El escritor ya había ensamblado su saber literario con la crítica política y había pasado de celebrar la caída del peronismo en 1955 a indagar en los destinos y los afanes de los derrotados.
Ya viraba hacia el periodismo militante, ya adscribía a la experiencia cubana y viajaba y descifraba un cable que le permitió al régimen de Castro ponerse al tanto de la inminente invasión en Playa Girón, ya, para Gabriel García Márquez, Walsh era "el hombre que se adelantó a la CIA". La opción vital e ideológica se dinamiza y se consolida: la escritura puede ser un elemento formidable al servicio de la acción pero eso no hace a un hombre entero, el paradigma se había terminado de dibujar en Bolivia: si Guevara iba del protagonismo político a la escritura de su Diario, para los escritores como Walsh el imperativo moral trazó el camino inverso: de la escritura a la acción.




Walsh básico
ESCRITOR Y PERIODISTA

[RIO NEGRO 1927, BS. AS., 1977] En 1944 comenzó a trabajar como corrector y traductor de la editorial Hachette y siete años más tarde se ligó al periodismo en las revistas Leoplán y Vea y Lea. Por entonces fue convocado por La Nación pero rechazó la oferta. Fue uno de los fundadores de Prensa Latina en Cuba, desde donde interceptó un cable norteamericano que anunciaba la invasión de Playa Girón en 1961. A su regreso a la Argentina escribió en Primera Plana, Panorama y el semanario de la CGT. Además compartió con Paco Urondo y Haroldo Conti la redacción de la revista Militancia. En 1973 se unió a Montoneros como encargado de inteligencia y tras el golpe de Estado de 1976 organizó la Agencia de Noticias Clandestina. El 25 de marzo de 1977 fue asesinado por un grupo de tareas cerca de Congreso, luego de despachar su "Carta abierta a la junta militar". Algunos de sus libros más emblemáticos son "Operación masacre" (1957) sobre los fusilamientos en José León Suárez; la compilación de cuentos "Los oficios terrestres" (1965), y "¿Quién mató a Rosendo?" (1969) .



[FRAGMENTO ]

CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSHA LA JUNTA MILITAR

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades. El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.

[Y sigue] ¡Gloria Eterna, Compañero Walsh!

1 comentario:

Unknown dijo...

EL “¡VIVA VIDELA!” GUARANÌ
Por Luis Agüero Wagner

“Los pies del hombre descansaron de noche, junto a los pies del àguila, en las altas guaridas carniceras y en la aurora/ pisaron los pies del trueno, la niebla enrarecida/ hasta reconocerlas en la noche o la muerte” (Pablo Neruda)

En los primeros días de marzo de 1977, las fuentes oficiales divulgaron en Asunción que en pocas semanas el Paraguay recibiría a quien algunos consideraban por entonces un ilustre visitante: el presidente de facto argentino, el General Jorge Rafael Videla. Como medida profiláctica, los grupos de tareas de Pastor Coronel habían iniciado con anticipación una cacería de militantes contestatarios que fueron apiñados en dependencias policiales sin orden de detención ni justificación alguna. Se encontraba entre ellos el conocido activista por los derechos humanos y militante febrerista Julián Cubas, considerado por la policía política paraguaya como una amenaza para el Operativo Cóndor y los comandos radioeléctricos de la Policía Federal Argentina, a pesar de su pacifismo y carencia de peligrosidad, dado que quienes tenemos el placer de conocerlo sabemos de su incapacidad para matar una mosca.
Por las mismas fechas, el escritor Rodolfo Walsh hacía conocer su famosa carta abierta a la Junta Militar de Videla y sus compañeros de ruta, después de cuya publicación desaparecería devorado por la vorágine del terror. “Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas” recriminaba Walsh el 24 de marzo de 1977 a quienes en pocas horas serían sus verdugos. Al día siguiente, un pelotón especializado lo emboscó en las calles de Buenos Aires y no volvió a saberse de él.
Casi simultáneamente, eran aprehendidos en Asunción Alejandro Josè Logoluso y Marta Landi(Archivos del Terror, libro W48, 29 de marzo de 1977), quienes luego sufrirían en Argentina un destino similar al de la bioquímica paraguaya y militante febrerista Ester Ballestrino, madre de la plaza de Mayo, arrojada al mar a fines de ese mismo año en los célebres vuelos de la muerte con que se pretendía eliminar “ a todos los que hagan falta”.
Mientras estas iniquidades se sucedían en la semipenumbra, el luchador por la libertad de expresión Aldo Zucolillo publicaba un editorial titulado “Es Fácil pontificar lejos del problema”(ABC, 4/III/77). El paladín de la democracia citado, justificaba en esas memorables líneas todos los asesinatos y desapariciones del Proceso argentino y pedía a los críticos –entre ellos el presidente norteamericano James Carter- que hagan “un sincero esfuerzo por ubicarse en las circunstancias y pensar, con justicia y sin pasión, qué haría uno mismo en su lugar”. Se deduce, pues, que este gran defensor de la libre expresión hubiese actuado exactamente igual que Videla de encontrarse en su lugar.
No seríamos inoportunos si recordáramos al respetable público que Zucolillo contó con el padrinazgo de Stroessner para prosperar en múltiples emprendimientos, así como del general Andrès Rodríguez que alimentó inusitadamente sus finanzas en épocas en que la prensa de más de cien países se hacía eco de sus vinculaciones con el tráfico de heroína marsellesa a Estados Unidos. Y que prodigó tantos elogios al dictador en editoriales y notas de su diario, que se podría empapelar con una copia de cada uno de ellos todo el Palacio de López y el horroroso edificio del Parlamento.
Conociendo a su pueblo “ignorante y supersticioso”, fácil resultó después mencionar en su diario que “la sola presencia de las caperucitas (camionetas de la policía) en los barrios resultaba traumàtica para cualquier ciudadano”(ABC, 29/VII/97). Olvidò mencionar que era precisamente èl, Aldo Zucolillo, quien vendìa a travès de sus concesionarias de automotores esas camionetas Chevrolette a la policía de Stroessner.
El 12 de Diciembre de 1996 el mismo empresario de la prensa declarò a radio Ñandutì que “Yo querrìa que alguien me niegue que los primeros 20 años de gobierno de Stroessner fueron muy constructivos. De que fueron constructivos lo fueron y nuestros editoriales descifraban eso, 20 años de construcciones”.
La pregunta que se impone es: ¿Cuándo empezó la dictadura de Stroessner para Aldo Zucolillo? ¿Vivía bajo una dictadura cuando el 15 de junio de 1974 participó de los festejos del casamiento entre Hugo Fernando Zucolillo con María Oliva Stroessner Mora, o cuando se enorgullecía de la vista de Stroessner “en nuestra casa”(ABC, 9/VII/77)?
Lo más probable es que la dictadura haya empezado cuando se perdieron ciertos privilegios y cuestiones impositivas, sumadas a otras nimiedades. Entonces hizo falta un buen equipo de asesores en materia de “Fè de erratas”, pues como decía Jacobo Timerman, se necesitan a los mejores periodistas de la izquierda para hacer un buen periódico de derecha.
Quienes no creían en el retorno de los brujos, ya ven hoy al nieto de Stroessner creciendo en la política paraguaya y poniendo el pié firme en cada escalón, sin mayores sobresaltos, favorecido sobre todo por la hipocresía de sus detractores, los verdaderos culpables de que ello suceda. Valga este discernimiento, parafraseando a Zucolillo, para que la memoria colectiva no se deje confundir por la inversión de culpas y responsabilidades difundidas por quienes confían en que, de tanto falsear el pasado, la memoria del pueblo flaquee, se desoriente y acabe por absolver a los verdaderos culpables de nuestros males presentes. LUIS AGÜERO WAGNER.