lunes, marzo 05, 2007

GRANDES COÑAZOS 10: LA COSA DE LA OTRA



Lady Pecado




Escribe Eloy Jáuregui




De pronto se convirtió en el objeto secreto y sentimental del presidente Toledo. La teniente Lady Bardales era sus seguridad y según las malas lenguas, su juguete favorito. Como en otros tiempos y con otros mandatarios, presidente peruano sin amante no era presidente. La joven señorita Bardales fue así carne de portadas y su presencia sólo sirvió para que el vulgo la señale como “la otra” y sea el pararrayos de una gestión que a la distancia muestra evidencias de corrupción y hoy debe responder a serias acusaciones constitucionales. Lady Bardales vive hoy oculta. Nadie sabe cuando su pecado se convertirá en pasado.




Lady del Rosario Bardales Carrillo acaba de cumplir 25 años y cada vez habla menos y nos gusta mucho más. Tiene buen “lejos” como dicen en Surquillo y mejor “cerca” porque como fructuosa hija de Chiclayo, administra una atractiva estructura corporal depositaria de una belleza alimentada en base a “chinguiritos en salsa de ají limo”, chicha en poto y mediana inteligencia.
Hace dos años era escolta del presidente Toledo y hasta hoy sigue convertida en carne mediática. A donde va la señalan, y por donde pasa la comen con los ojos. La señorita Bardales tiene el grado de teniente de la Policía Nacional y es investigada por diferentes comisiones legislativas desde aquella vez que en una ceremonia oficial le habló al oído al presidente y los testigos advirtieron que además de su intrepidez oral, Lady dejaba ver al interior de su embutido traje-sastre su turgente perfil y la prominente complexión de sus hechuras que hasta la fiscal Marlene Berrú de la Cuarta Fiscalía Anticorrupción le abrió una investigación preliminar por tráfico de influencias.
Ese fue el inicio de su pecado. Ser agraciada y tener genio. Ser mujer y tener un auto marca Honda de segunda mano. Asumir independencia espontánea antes que picardía solapa y porque hace tiempo a la policía no se la respeta. Llamarse Lady y conducir como Jennifer Lopez, evitando los rompemuelles de San Borja con un toque de fenme fatale que los analistas tildan como el síndrome “trampa” por un exagerado toque de hembra vanidosa y presumida sólo porque rauda, entra a las curvas sin placa, brevete ni Soat. De ahí que la alharaca de las denuncias periodísticas hayan nutrido la sevicia de la celeridad legislativa para investigar a la teniente por un supuesto desbalance patrimonial, además que responsa por qué porta ropa íntima fuera de reglamento y, lo que la desacredita y la hunde, por los presuntos beneficios que habrían recibido algunos de sus familiares gracias a los favores palaciegos.




El 17 de mayo del 2005, cuando asistió por primera vez al Congreso citada por la comisión de Fiscalización a cargo de Javier Velásquez, Lady lucía como una lady. Cierto, su presencia puso a la mayoría como onagro en celo y a todos con miradas de saurios a punto de lanzarse tras un venadito tierno. Lady apareció por atrás y esa vez lucía saco y pantalón rosa, blusita de encajes perla y zapatos de taco aguja, sin talón y con michi incorporado. Por la tarde confesaría que los periodistas mienten. Que no era escolta del presidente Toledo sino seguridad de su esposa Eliane Kart. Que ganaba 1,800 Nuevos Soles y que como su santa abuelita le había enseñado, ahorraba mil Nuevos Soles mensuales que le había alcanzado para el coche y sus cama dos plaza. Cuando quiso explicar los de sus trusas antireglamentarias, en ese mismo instante reventó en sollozos, lágrimas y mocos siendo socorrida rápidamente por el viril pañuelo blanco del congresista Mulder. Lady confirmaría la sospecha del sicosocial, que con toda la batahola que “construyeron” los medios –así lo dijo en esa célebre sesión reservada—, la habían obligado a dejar su departamento empujándola a mudarse a una pensión de mala muerte sólo para señoritas.

EL JUDÍO YE EL AMOR


David Karadi, era un ciudadano israelí, amigo de Avraham Dan On, el jefe absoluto de la seguridad de Alejandro Toledo durante todo su mandato, que gozó de prosperidad e hizo negocios con el Gobierno Regional de Lima y otras entidades oficiales. El hombre gozaba de un colchón financiero y la ventaja de trabajar bajo un manto de protección del paisanaje. Fue una noche de copas cuando Dan On presentó a Karadi a la teniente Bardales. Como cualquier humano que se precie, el extranjero quedó prendado de Lady. Ella también. David era atlético, de quijada partida y afelpado hasta las orejas. Luego vino el cortejo, el plan y la arremetida final. Algunos sicoanalistas, y no les falta razón, aseguran que desde tiempos inmemoriales el hombres es un cazador y la mujer una recolectora. Lady se alejaba de Palacio.





Se amaron como cualquier pareja enamorada. Lady, supongo por su mirada gélida pública debe ser una tigresa privada de tapujos. Y está bien. La utopía es madre de todos los vicios ociosos. Digo que en su ojos anida el profundo secreto de los apetitos, que en su caminar a caballa sin montura y sobre todo, en su imaginario –el deber es su placer—emite la liviandad de la mujer norteña, sea una hija de la gran Piura o de Chiclayo. Yo la reconocí en una playa que no divulgaré. Con ella ocurre lo mismo que siento por Viviana Rivasplata, que igual me da verla con ropa o sin ella.
David Karadi la envolvió y la desenvolvió en los círculos de poder. Lady se dejó arrastrar por la borrasca del amor. Ahí habitaban también los capos de Israel, los nuevos reyes del olluco, la trenza sanguínea de Cabana, la chakana familiar, los otros judíos maravillosos, los Galsky, los Klein, todos aquellos que se repartieron la torta y que ahora se los tragó la tierra. En ese plan telaraña Lady quedó convertida en la mujer araña. Pero ya lo dijo el letrado José Ugaz y el psicoanalista Max Hernández: el urdiembre de la corrupción es y será sistémica. Se afinó con Fujimori y se consolidó con Montesinos. Ni el láser de la ley ni el verduguillo de Cholo Jacinto la podrían extirpar de un año para el otro. En julio del 2003, Karadi con su empresa Movicat SAC, favorecieron a un cogollo de malos militares que le robaron al Estado nada menos que 1 millón 223 Nuevos Soles.

Y SE LLEVÓ EL RÍO


Aquello fue fatal para Lady. El prometido Karadi también cobraba por servicios que jamás prestó amen de falsificar facturas de los proveedores. El novio era una joyita. Lady había ingresado a ese infierno tan temido de la mano de su ciego amor. En octubre del 2005, la justicia divina le pasó la factura. Ese día mientras Karadi intentaba cruzar el río Santa a bordo de un cargador frontal, las aguas caudalosas se lo tragaron. Lady Bardales ya no fue la misma. Deprimida y en estricto duelo abandonó el servicio y se dedico a trabajar con la maquinaria de su novio. La pesadilla había estirado su soga de la continuidad.




Acusada de una y mil fechorías, aquellos que fueron sus colegas, los que la intimaron y la conocieron desde que vino sola a radicarse a Lima de Chiclayo, saben que Lady Bardales no es Jacqueline Beltrán aunque para un gran sector de la prensa se han convertido en su presa. Oyen sus nombres y babean cual canes rabiosos. Hay morbo y harto sexo caleta. He llamado al trabajo de Lady, a su casa, a la playa. Ella no habla, mira a los fotógrafos, cofre o estuche vacío inigualable. Sabe de sus secretos. Ya tienen 25 años y por las noches no para de llorar.

[Publicado en el suplemento DOMINGO del diario LA REPÚBLICA, el domingo 11 de febrero del 2007]




1 comentario:

Dante Bobadilla dijo...

Eloy: No seas ingenuo. ¿Cómo se te ocurre que David Karadi puede haber muerto? La farsa montada es tan grande que hasta un ciego lo ve. ¿A quién se le ocurre cruzar el río Santa a las 3 de la mañana? ¿Cuál era el apuro? Además, en octubre el río Santa nunca está cargado porque no es época de lluvias. ¿Dónde está el cuerpo? El río siempre arroja los cuerpos en algún recodo. No hay cuerpo, no hay muerto. El pendejo del judío le hizo el cuento a medio mundo, incluyendo a la Lady Bardales, que nunca pasó de ser una hembra más en la lista del judío. Desapareció con la plata y nos hizo los cholitos a todos.