La Tierra de Humala
o "Los Estragos de la Globalización"
Por Hugo Neira.
"La gente de Oyolo no se acuerda mucho de los Humala. Claro que han escuchado de la repentina fama de ellos, pero las noticias llegan tarde a Oyolo y todavía no saben si será beneficioso o no para ellos tener estos hijos ilustres".
La tierra de Humala o “los estragos de la globalización”, es el título de esta crónica. ¿Quién es Hidelgard Willer? Directora de una ONG, teóloga e investigadora social de origen alemán, como alumna en la Universidad Ruiz de Montoya regentada por los padres jesuitas, ha seguido mis cursos de maestría de filosofía política (Rousseau, Tocqueville, etc.) y a la vez de práctica de crónicas de viaje. Willer se fue a Pauza, Ayacucho, el polvoriento pueblo de donde son originarios los Humala, para recoger estas impresiones. El texto es extenso, publicamos apenas los fragmentos más saltantes. El lector apreciará: el origen misti y su fama de mandones. (H.N.)
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La choledad en la otra orilla
ESCRIBE: Hidelgard Willer
Uno de los lugares más fascinantes que he conocido en el Perú es el Sur del departamento de Ayacucho. Es una tierra de paisajes agrestes y de historias y mestizajes peruanos que no he encontrado de una forma tan nítida en otro rincón del país. En setiembre del 2003 me tocó un viaje a Pauza, capital de la provincia de Páucar del Sara-Sara. 24 horas en bus desde Lima, atravesando primero los desiertos de Caravelí para enroscarse después junto al abismo hasta Incuyo y de allí bajando a la meseta de Pauza. No es simplemente Pauza un lugar provinciano que provee a la capital peruana de música y migrantes ayacuchanos. Es además la autodenominada capital cervantina: aquí fue puesta en escena por primera vez en tierra americana, en el siglo XVII, la novela: el Don Quijote. La otra especialidad de Pauza son sus migrantes: ya no migran a Lima, sino directamente a Estados Unidos.
Uno de los lugares más fascinantes que he conocido en el Perú es el Sur del departamento de Ayacucho. Es una tierra de paisajes agrestes y de historias y mestizajes peruanos que no he encontrado de una forma tan nítida en otro rincón del país. En setiembre del 2003 me tocó un viaje a Pauza, capital de la provincia de Páucar del Sara-Sara. 24 horas en bus desde Lima, atravesando primero los desiertos de Caravelí para enroscarse después junto al abismo hasta Incuyo y de allí bajando a la meseta de Pauza. No es simplemente Pauza un lugar provinciano que provee a la capital peruana de música y migrantes ayacuchanos. Es además la autodenominada capital cervantina: aquí fue puesta en escena por primera vez en tierra americana, en el siglo XVII, la novela: el Don Quijote. La otra especialidad de Pauza son sus migrantes: ya no migran a Lima, sino directamente a Estados Unidos.
Los locutorios públicos del lugar –no hay líneas telefónicas privadas– se pueblan en la noche de madres jóvenes que esperan la llamada de sus esposos desde Estados Unidos donde suelen trabajar ilegalmente. Pero no vinimos para contar las historias de los migrantes modernos paucinos –aunque algunas de ellas no tienen nada que envidiar al Don Quijote en cuanto a materia novelesca– sino que vinimos tras los pasos de un hijo de la provincia que desde hace poco atraía la atención del país: Antauro Humala, el militar en retiro que, junto a su hermano Ollanta, se había sublevado contra el moribundo régimen fujimorista y que, después de haber sido amnistiado por el régimen de Toledo, incendiaba el país con prédicas nacionalistas e neoindigenistas que él mismo bautizó como “etnocaceristas”.
De cada kiosco limeño saltaban a la vista los titulares de su pasquín “Ollanta” que vociferaba en contra de los chilenos y después en contra de la élite criolla. En aquel entonces, setiembre del 2003, todavía Antauro no se había aventurado en Andahuaylas y su hermano Ollanta aún percibía su sueldo como funcionario del gobierno de Toledo en París. Pero ya se rumoreaba que los Humala “pegaban a la gente”.
La familia Humala tiene sus raíces en Oyolo, que es un lugar nada menos que en la provincia de Páucar del Sara Sara. ¿Qué nos dirá la gente en Oyolo sobre la historia de la familia Humala? En Colta, Édgar, nuestro chofer y guía, saca su radio e informa a Pauza que las periodistas de Lima han llegado bien y que estamos en camino a Oyolo para buscar a los Humala. Así que cuando llegamos después de 6 horas más a pie y a caballo a Oyolo, ya todo el mundo nos está esperando.
En algún momento de su historia Oyolo perdió el enlace con la modernidad. ¿Cuándo se jodió pues? ¿Cuándo la ganadería dejó de ser el negocio lucrativo? ¿Cuándo los indígenas de la zona se levantaron en contra de sus mistis y los sacaron del pueblo? ¿Cuándo se fueron los Humala del pueblo? La gente más vieja que aún se acuerda de los Humala cuenta que ha sido una de las 4 familias mistis del lugar y que salieron para Cora-Cora después del último levantamiento indígena en los años 30 del siglo pasado.
En algún momento de su historia Oyolo perdió el enlace con la modernidad. ¿Cuándo se jodió pues? ¿Cuándo la ganadería dejó de ser el negocio lucrativo? ¿Cuándo los indígenas de la zona se levantaron en contra de sus mistis y los sacaron del pueblo? ¿Cuándo se fueron los Humala del pueblo? La gente más vieja que aún se acuerda de los Humala cuenta que ha sido una de las 4 familias mistis del lugar y que salieron para Cora-Cora después del último levantamiento indígena en los años 30 del siglo pasado.
La gente de Oyolo no se acuerda mucho de los Humala. Claro que han escuchado de la repentina fama de ellos, pero las noticias llegan tarde a Oyolo y todavía no saben si será beneficioso o no para ellos tener estos hijos ilustres. A pesar de la historia rica de Oyolo, dejamos el pueblo con cierta decepción. Al final no hemos detectado gran cosa sobre los Humala: simplemente que eran una familia de mistis que dejaron el pueblo hace mucho tiempo.
De vuelta en Lima buscamos a Antauro Humala para terminar el reportaje con una entrevista en vivo. Lo encontramos en el último piso de un edificio medio abandonado en el centro de Lima. Amable, pero también muy distraído, Antauro nos explica cómo quiere salvar al Perú y especialmente a los indígenas: revalorando la “raza cobriza”, legalizando la coca, sacando a los gringos del país que no se pliegan a su doctrina, incentivando a los ingenieros peruanos a que inventen un Windows peruano y enviando a los peruanos hambrientos al campo para que vivan de la fruta de su tierra. ¿A pueblos como Oyolo? Hace tiempo no había ido a su tierra, decía. Estaba tan convencido de su misión salvadora y de su visión nacionalista-socialista-indigenista antigringa del Perú que no me atreví a contarle lo que había encontrado en la sacristía de su pueblo: entre las banderas guardadas para la fiesta patronal había una que no cuajaba en el juego, una bandera de tiras rojas y blancas y estrellas blancas sobre un fondo azul.
De vuelta en Lima buscamos a Antauro Humala para terminar el reportaje con una entrevista en vivo. Lo encontramos en el último piso de un edificio medio abandonado en el centro de Lima. Amable, pero también muy distraído, Antauro nos explica cómo quiere salvar al Perú y especialmente a los indígenas: revalorando la “raza cobriza”, legalizando la coca, sacando a los gringos del país que no se pliegan a su doctrina, incentivando a los ingenieros peruanos a que inventen un Windows peruano y enviando a los peruanos hambrientos al campo para que vivan de la fruta de su tierra. ¿A pueblos como Oyolo? Hace tiempo no había ido a su tierra, decía. Estaba tan convencido de su misión salvadora y de su visión nacionalista-socialista-indigenista antigringa del Perú que no me atreví a contarle lo que había encontrado en la sacristía de su pueblo: entre las banderas guardadas para la fiesta patronal había una que no cuajaba en el juego, una bandera de tiras rojas y blancas y estrellas blancas sobre un fondo azul.
Una bandera mundialmente conocida, pero: ¿qué diablos hacía una bandera estadounidense en la sacristía de la iglesia de Oyolo? La trajo un hijo de Oyolo que vive en Estados Unidos. Cuando regresó para la fiesta patronal de Oyolo, él llevó la bandera en la procesión en agradecimiento de que lo habían hecho “ciudadano estadunidense”, nos contaba el sacristán. Y también nos contaba que muchísimos oyolinos habían migrado a Estados Unidos y que los que quedaban aún vivían de las remesas o buscaban cómo irse también. Me temo que el hijo de sus antiguos mistis no tendrá mucho éxito con su prédica de un Windows peruano en un pueblo globalizado como Oyolo”.
PD. Al lector. No habrá esta colaboración por un buen rato. Verano sin carga docente, trabajo de campo en los Andes, libros personales y varios etcéteras de los cuales se hablará a su hora. Hasta pronto y gracias por la fidelidad.
* LEER MÁS: En La tierra de Humala Por Hugo Neira.La República, 7 de enero del 2006
* LEER MÁS: En La tierra de Humala Por Hugo Neira.La República, 7 de enero del 2006
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