martes, marzo 28, 2006

¡Jóvenes, se acabó el verano!




Monica bella, bautizada Bellucci



Rodar una escena de amor y a los dos minutos darle el
pecho a la nena fue muy bueno para mí, me pareció muy sano
pasar así del papel de actriz al de madre.

Le figaro. M. Bellucci con niña en su regazo.

Mamma mía. Monica Bellucci, 1.78 sin puntitas de pie, 90-60-90, sin hueso. Color de pelo: castaño oscuro. Color de ojos: marrones. Natural de Citta di Castello, Umbría, Perugia. Nació el 30 de septiembre de 1968. Tiene la edad exacta, es decir 35 años y no importa que al cierre de esta edición tenga 38. Ahora, en los albores del S. XXI ha condensado en su corpus a otras esfinges sagradas del enorme pórtico del cine italiano. Veamos: Silvana Pampanini [Miss Italia 1946], Silvano Mangano [«Arroz amargo», 1949] Ivonne Sanson, Sophia Loren, Lucía Bosse, Rossana Podestá, Antonella Lualdi, Lea Massari, Gina Llollobrigida, Sandra Mila, Gloria Guida, Valeria Golino, ¿Sigo? Luego. Es la carne hecha arte o al revés.
Como cuenta mi envidiado Rubén Amón de El Mundo de Madrid, Monica luce de negro, igual que una viuda siciliana. Tiene las manos largas y finas, como una pianista curtida en Schubert. Lleva puestas unas botas de tacones afiladísimos, intimidatorios. Y deja caer sobre el flequillo una cascada de cabello caoba, a semejanza de las antiguas esculturas helenísticas. Monica Bellucci —dada a conocer por Dino Risi y Marco Modugno en «Briganti», 1990»— cuando habla de su vida dice de la a la z sin distancias, presunción ni censura. Nada de cuestiones prohibidas ni de preguntas vetadas, aunque la musa de Giuseppe Tornatore [«Malena», 2000] cuenta de su papel de puta en « ¿Cuánto me amas?» con seguridad y arrojo –película aún no estrenada en Lima para variar--, una comedia de Bertrand Blier quien sin tener en cuenta que la buena de Monica recién ha parido, su hijita ha cumplió los 16 meses, le ha encajado el papel de prostituta casi sin batuta.
La cosa es así: Una mujer de la noche [Monica] acepta la oferta de casarse con un hombre y sólo por el cochino dinero. Sin embargo, no será tan fácil dejar atrás su vieja vida. En el Pigalle, el palacio de los clubes nocturnos de París, ella es quien encarna la belleza profesional asolapada. Y ella es la Bellucci cárnica, ya ustedes se imaginan no me hagan hablar. Cuando un cliente la ve, se queda sin aire. Este cliente, interpretado por el calvo Bernard Campan acaba de ganar la lotería y no tiene un pelo de cojudo. ¡Puta, que lechero, dirían en le barrio! Tras preguntarle a Monica: « ¿Cuánto?», le pide llevarla de blanco al altar y que se convierta en su esposa para siempre. Increíble, Monica acepta. Pero no es fácil despedirse así como así de la noche, la juerga y el polvo olvidable de la noche anterior. No es sencillo dejarlo al Charly [Gérard Depardieu, más libidinoso que nunca] y a su mundo de la noche. No es un guión difícil. Ya lo sé. Es difícil ser Monica y no deslechar a cualquiera así vista de sotana.
Monica es la continuidad de la belleza que soñamos desde la cuna y hasta la cama –yo imaginándome ser Rómulo y Remo en una misma persona y las italianas las lobas de leche para mis dientecitos de leche--. Sí alguna vez fue Laura Antonelli y otras Ornella Mutti mis lobas. Sí, algunas noches también entraron a tallar Edwige Fenech y casi siempre Stefania Sandrelli o Sylvia Koscina o Agostina Belli. Y ya, déjense de 4 cosas, el trasero de Debora Caprioglio que fue mi delirio. Pero Monica habita en mi cuarto del noveno arte desde nonato. Ese habitáculo donde hablo solo y sólo del erotismo manual.
Una entrevista en la RAI fue su epitafio de postgrado. Le preguntaron: «No hay ninguna actriz [italiana] con una gran carrera que no haya hecho de puta». ¿De verdad cree que es un requisito imprescindible? Monica respondió casi quitándose la truza: «Lo dije de broma. Pero sí es cierto que ha habido papeles de puta magníficos que han hecho historia en el cine. Estoy pensando en Sophía Loren en «Matrimonio a la italiana» con Marcello Mastrioanni, o Catherine Deneuve en «Bella de día» o Giuletta Massina en «Las noches de Cabiria». Una actriz es actriz aunque trabaje de meretriz». Glande mi Monica.
Miento cuanto digo que sueño con ella amarrado a la lámpara de pie. Monica [sin tilde], tiene grafía diferente a las Mónicas de aquí. Mónica Cabrejos es mi PBI [Producto Bello Interno] es decir, nuestra hembra de bandera así me odien en el balneario de Asia por racista, pero advierto, la zamba es nuestra mujer de diferente manera y en diferente plataforma. Recuérdese no más los versos siguientes a la Belucci:
«Deja Mónica ya esa historia / de mi mentira y tu verdad. / No me cuentes tus memorias / que no las voy a contar, basta de copas, /y de palabras vueltas del revés / no ves que ya empieza a amanecer. / Anda quítate la ropa de una vez.»
[«Mónica». Joaquín Sabina].
Ojo a lo que dice su último director, don Bertrand Blier: «Monica o Daniela encarna lo que ella es, es decir una mujer de hoy. De este época. De una época en que las mujeres ya no se pasan los días cortando tomates. Hay algo de opulento en ella. Y a los hombres nos gusta la opulencia. Nos gustan mucho las mujeres que sabes por dónde cogerlas, con las que hay donde agarrarse. Si no, para escalar una pared lisa nunca sabes dónde clavar los pitones. La mujer eterna es la que por lo menos tiene «materia». La película es sin duda franco italiana. El director es francés, pero la actriz principal es italiana. Y todo en ella, su cuerpo, sus senos, su trasero, es Italia, es ópera. Aquí no hay música de acordeón. Hacia el final de la película, cuando ella tiende su ropa interior en el balcón, uno se acuerda de Sophia Loren en «Una jornada particular»…

Leer más en: «El Más vil de los ofidios». Eloy Jáuregui. Alfaguara 2006. En prensa.

5 comentarios:

Momkiss dijo...

hablo un poco..... .senora y photographia es grande magnifico!

Unknown dijo...

Alguien escribió que se apellidaba Bellucci porque era mitad Bella, mitad Peluche.

juancarloslujan dijo...

¡No lo puedo creer!. Eloy Jaúregui ya tiene blog. Ya era hora maestro. Ahora Google en español se engrandece con su pluma.
A ver si repone esa recordada crónica llamada "Cabinas de la Choledad".
Saludos

Marvin Pacherres Lara dijo...

me gusta tu página, eres un buen escritor. gracias maestro

Carlos M. Sotomayor dijo...

Si se habla de reponer propongo aquella emotiva y magistral crónica sobre Julio Ramón Ribeyro. O la del poeta César Calvo.
¿Nuevo libro? ¿En prensa? Esperaré su publicación con beneplácito. Saludos.
Carlos